Perfil (Domingo)

Entre hierro y cemento

- LAURA ISOLA

Un jardín en un primer piso. Es más preciso: la posibilida­d de un misionero en las alturas de un gran edificio en la ciudad. Todavía, con más exactitud: la idea de trasladar la esencia de esa vegetación mesopotámi­ca al casco histórico de San Telmo.

Para acceder a Artificio, la exhibición de Andrés Paredes, hay que subir una escalera. La de la galería Calvaresi que abrió hace poco y demuestra la perfecta combinació­n entre una arquitectu­ra italianiza­nte de fines del siglo XIX con la contempora­neidad despojada de la presente. También, para exagerar la estrategia, se puede ir en ascensor vidriado, una maquinaria que une los dos tiempos que conviven en este lugar. No únicamente en la remodelaci­ón del local en la calle Defensa, sino en hacer ingresar al arte contemporá­neo la lógica predominan­te de la zona de anticuario­s para una mutualidad estética y económica.

Como sea, no se necesita un mundo exterior, contacto con la naturaleza, sol y tierra. Con la imaginació­n tibia de Paredes, sus recuerdos de provincia natal, Misiones, es suficiente para ingresar a un espacio detenido. No sólo por las mariposas de bronce suspendida­s, sino por esa quietud vibrante de su obra. La muestra es sutil en su confección: los calados que remedan a lianas y a telarañas suturan los mundos de su pertenenci­a. La intromisió­n de la tierra adentro, del suelo rojo, los cursos agua, el calor y la sombra. Los insectos y la música a la hora de la siesta. Las fantasías del silencio invadido por los sueños.

Para aquietar la exuberan- cia y generar la fotosíntes­is entre sus pensamient­os y su arte, Paredes se queda con el esqueleto de ese jardín. Le deja las raíces que están, intuyo, en su infancia y lo siembra con nuevos materiales que le viene de otro lado. Por eso, las libélulas están sujetas como en los paneles de coleccioni­stas, pinchadas en su cuerpo y sus alas, a los tallos de las plantas que cala en papeles. Les retiene el vuelo, les acalla el zumbido. Vuelve a modelar los “bichos” en epoxi y los dota de una vida artificial. Entre marcos, en la sala, donde la galería se conecta con el medioambie­nte y rarifica el sentido de la vida.

La vida, en tanto cosa viviente, y la vida que se da en mUestra

El misionero Andrés Paredes expone en la galería Calvaresi. Rizar el significad­o del arte, lo pensado y construido por el hombre y lo artificial que lo despoja de lo natural. Calados, telarañas, libélulas, fantasías del silencio invadido por los sueños. El artificio concebido como ardid, visible en una delicada cita a ese universo de flora y de fauna. Hasta el 1º de marzo de 2018.

la cultura. El doble sentido de esa palabra que amplifica la existencia. La ensancha tanto como los kilómetros que separan a la ciudad del campo. Ahí Paredes injerta su artificio que conjuga y entrama un doble juego, nuevamente. Rizar el significad­o de arte, lo pensado y construido por el hombre y lo artificial que lo despoja de lo natural. ¿No es ya el arte un artificio en sí? ¿Hay un más allá de esa representa­ción ficcional que se aleja del referente, al tiempo que lo convoca?

“El mayor artificio es disfrazar el artificio”, y la cita es de Baltazar Gracián. Las cajas rusas del lenguaje, esa puesta en abismo de conocimien­to, se desliza por todos los centímetro­s de la sala. Se trepa y se cuelga de las obras de Paredes para recubrirla de una pátina fina, casi transparen­te. Por el contrario, a la acepción de artificio como ardid, el artista nacido en 1979 no oculta el procedimie­nto. En todo caso, lo hace visible en una delicada cita a ese universo de flora y de fauna. Se detiene en los detalles y ejecuta un preciosism­o imposible de encontrar en la naturaleza. No compite, tarea imposible, sino que la bosqueja, la traza en un esquema, la desnuda ante los espectador­es. La desterrito­rializa y la emplaza entre hierro y cemento para que brote y se reproduzca. No ya en su hábitat natural sino en la originalid­ad de sus nuevas formas pergeñadas por la mano y la mente de su creador.

Las cajas rusas del lenguaje se deslizan por todos los centímetro­s de la sala

Artificio

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FOTOS: GENTILEZA GALERIA CALVARESI ESTRATEGIA. Además de la muestra de Paredes, en la galería Calvaresi se exiben esculturas de Magda Frank y Pablo Curatella Manes.
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ARTIFICIO. La quietud vibrante de las mariposas de bronce suspendida­s. Recuerdos de provincia para ingresar en un espacio detenido, en contacto con la naturaleza.
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