Concluyó el Papa una gira que dio visibilidad al dolor de los rohinyá
Defendió a la minoría musulmana, que según la OnU sufre una “limpieza étnica”
El papa Francisco cerró ayer su viaje de seis días a Myanmar y Bangladesh con una visita a un hospital de la orden de la Madre Teresa y con un encuentro con jóvenes, a quienes invitó a “recibir y aceptar a los que actúan y piensan de forma diferente a nosotros”, porque “es triste cuando nos cerramos en nuestro pequeño mundo y nos replegamos en nosotros mismos”.
Con la crisis humanitaria de la minoría rohinyá perseguida en Myanmar como telón de fondo, la gira papal tuvo como objetivo alentar a las pequeñas comunidades de las “periferias del planeta”.
En la última jornada de este viaje, Francisco visitó un hospital de las Misioneras de la Caridad, la congregación fundada por Madre Teresa de Calcuta, donde fue recibido por cientos de religiosas vestidas con el tradicional hábito blanco y azul.
Por la tarde, el Papa se reunió con religiosos y jóvenes de Bangladesh, y les pidió no dejarse llevar por el desánimo y construir la unidad.
“Los jóvenes están siempre listos para ir hacia delante, hacer que todo suceda y arriesgar. Los animo a continuar con ese entusiasmo en las circunstancias buenas y malas. Ir hacia delante, especialmente en aquellos momentos en los que os sentís oprimidos por los problemas y la tristeza y, mirando alrededor, parece que Dios no aparece en el horizonte”, afirmó. Software. Pero Bergoglio advirtió también a los jóvenes la necesidad de “elegir el sen- dero justo” para canalizar su entusiasmo.
“Esto significa saber viajar en la vida, y no vagar sin rumbo. Nuestra vida tiene una dirección; tiene un fin que nos ha dado Dios”, remarcó Francisco. “Es como si Dios hubiese colocado dentro de nosotros un software, que nos ayuda a discernir su programa divino y a responderle con libertad. Pero, como todo software, necesita también ser actualizado constantemente. Actualicen su programa, escuchando al Señor y aceptando el desafío de hacer su voluntad”, deslizó en clave de modernidad.
Poco antes de partir hacia el aeropuerto, Francisco expersó su tradicional pedido: “No se olviden de rezar por mí”. y cerró con “Dios bendiga a Bangladesh”.
El avión papal despegó rumbo a Roma a las cinco de la tarde locales.