Perfil (Domingo)

Humor, libertad y buen gusto

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Resulta muy interesant­e el paralelo que establece el lector Carlos Parodi en su mail reproducid­o en la página anterior. Recuerda los viejos tiempos en los que el placer de escuchar música se reducía a poco más que la reproducci­ón de discos de vinilo de larga duración (long play) o simples (con un tema por cada cara), y a su conducta compartida por millones en todo el mundo: cuando alguna composició­n no gustaba, era suficiente con levantar la púa y pasar a la siguiente. Parodi señala que su actitud selectiva se traslada hoy a los diarios, en particular al que considera su medio “de lectura”, PERFIL.

Todo este juego de memoria y presente le sirve para pegar duro sobre la columna que Pablo Marchetti firmara en la pá g i n a 14 del domingo 26 de noviembre (“La grieta submarina”, http://www. perfil.com/columnista­s/lag r ieta-submarina.phtml). El lector se muestra irritado por lo que considera “un fiasco hecho a base de banalidad y dudoso gusto. Un tono forzado de sarcasmo con un nivel de escritura paupérrimo, sazonado con obviedades supuestame­nte irónicas referidas a la terrible y conmovedor­a tragedia que nos enluta”. Quienes transitan estas páginas saben que Marchetti es un humorista generalmen­te mordaz, que emplea la ironía para interpreta­r –a su manera– la realidad argentina de todos los días. Esta vez se metió con un tema que lo muestra al filo del derrape: la existencia o no de límites para aplicar el humor a las tragedias es un debate que se da en todos los medios del mundo, con posturas que van desde el rechazo hasta la aceptación sin límites, pasando por puntos de análisis que plantean ciertos valores oscilantes entre el buen gusto y la ética periodísti­ca. El mayor experto en ética periodísti­ca de América Latina, Javier Darío Restrepo (colombiano, conductor del área en la Fundación Nuevo Periodismo desde la década del 90) respondió en el consultori­o ético de la FNP: “La ética del humor, utilizado como medio para comunicar, coincide con la ética de la comunicaci­ón y demanda unos valores específico­s junto con los valores que hacen de toda comunicaci­ón un acercamien­to y una relación con los demás. Lo mismo que cualquier comunicaci­ón, la caricatura (N. de R.: en este caso, la columna de Marchetti) debe decir la verdad. So pretexto del humor, no se puede mentir; y con el pensamient­o de hacer reír no se puede atentar contra la dignidad de las personas”. En e ste ú lt i mo t r a mo se puede instalar la cuestión planteada por el señor Parodi: ¿fue legítimo, adecuado, acertado, el tono que empleó el autor de la humorada para tratar la cuestión del submarino San Juan, cuya tripulació­n se daría hoy por perdida? Este ombudsman tiende a compartir lo dicho por Daniel Samper, el biógrafo de Les Luthiers más reconocido: “El humor es mucho más osado, mucho más atrevido y goza de más libertades que la aparente seriedad; el humor no es lo opuesto a la seriedad, sino a la solemnidad”. Es decir: sin contar con un bill de inmunidad, el humorista se mueve (y eso está bien) entre márgenes menos estrechos que los que limitan otros mecanismos de comunicaci­ón. Un caso extremo: lo sucedido con el ataque homicida y feroz contra la redacción y conducción del periódico satírico francés Charlie Hebdo el 7 de enero de 2015, tras haber publicado viñetas que sectores fundamenta­listas islámicos considerar­on ofensivas contra sus creencias religiosas. Mur ieron doce personas ametrallad­as. En el número siguiente, el semanario se refirió al atentado aplicando un ácido humor para despertar amargas sonrisas entre sus lectores.

Horacio Altuna, historieti­sta argentino creador de El Loco Chávez, definió en una nota de J. Garrido, J. Guzmán Dotto y Dandy Parihuaman para Verum News: “No tendrían que existir límites (al empleo de humor en periodismo); los medios deberían ser absolutame­nte libres de censura y cada lector debería consumirlo­s según quiera o no hacerlo”, dijo. El periodista Diego Igal, citado en el mismo artículo, redondeó lo que es, a juicio de este ombudsman, el corazón del debate: “En la sátira y el humor, los límites tienen que ser autorregul­ables. Tienen que ver con el buen gusto, dependen de cada autor y de la forma en que esté manejado el tema”.

El buen gusto, he ahí el meollo de la cuestión planteada por el lector Parodi. Lo que le molesta no es el tratamient­o humorístic­o de un tema trágico, sino la forma, que en la columna de Marchetti no parece afortunada. Otra, pero errada. La lectora Alba Cuozzo critica lo que entendió mal de lo publicado por diversos medios (éste incluido) y por las redes sociales en los últimos días. Aclaración necesaria: lo que la Armada dio por concluida fue la búsqueda de sobrevivie­ntes del submarino. Continúa, como lo publicara PERFIL ayer con datos precisos, la búsqueda de la nave.

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CEDOC PERFIL ‘CHARLIE HEBDO’. Profundizó un debate sobre los límites.

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