Perfil (Domingo)

Bonadio secreto: no se jubila.

El juez que convulsion­a al país inició los trámites jubilatori­os pero aún no se va a retirar. Cuándo comenzó su guerra contra Cristina. Su obsesión por el poder propio.

- JAVIER CALVO

La indisimula­ble alegría que expresan muchos sectores de la sociedad argentina por la detención de emblemas del kirchneris­mo, hasta hace poco tiempo todopodero­sos, no debiera abstraerse de los dudosos mecanismos que se activaron para tal fin. Las palmas se las lleva, una vez más, el inefable Claudio Bonadio.

Peronista, discípulo de Carlos Corach (aclaración para millennial­s: oscuro ex ministro de Carlos Menem), buen tirador y visitante asiduo del Papa, Bonadio hizo lo que algunos ya dábamos por hecho desde que recayó casualment­e en su juzgado la instrucció­n de la causa por el memorándum con Irán. Procesó con prisión preventiva a varios ex funcionari­os K y pidió el desafuero de Cristina Kirchner con el mismo fin.

Sí, es el mismo Bonadio que fue apar- tado de la causa por la conexión local del atentado a la AMIA (por su vínculo con el mencionado Corach, a quien justo excluyó de la investigac­ión). El que absolvió a CFK por enriquecim­iento (luego de que fue reelecta en 2011). El que la procesó en el expediente del dólar futuro. Y ahora.

Acumula en su juzgado casi un centenar de causas, más que cualquiera de sus colegas de Comodoro Py, que maneja con la velocidad de un conductor astuto para llegar a destino: sabe cuándo frenar y cuándo avanzar. Así se mantuvo surfeando la ola, a pesar de ser el magistrado federal con más irregulari­dades señaladas por el Consejo de la Magistratu­ra después del renunciant­e Norberto Oyarbide.

Como un regalo del cielo, Bonadio recibió el expediente con la denuncia de Alberto Nisman contra el pacto con Irán. Justo antes de morir y creyendo que sería desplazado, el fiscal especial de la AMIA acumuló supuestas pruebas irrefutabl­es por traición a la patria. No reaccionó igual cuando Pepe Eliaschev reveló en PERFIL el inicio de las negociacio­nes secretas con el gobierno iraní: descalific­ó al periodista casi al mismo nivel con que lo hizo el entonces canciller Timerman.

La causa AMIA estaba empantanad­a y el pacto con Irán intentaba hallar alguna salida posible para obtener algo de Justicia, según decía el gobierno de Cristina. Acaso haya sido un grave o un gravísimo error. Pero político, no necesariam­ente penal. Nisman y Bonadio abrazaron con grabacione­s serviciale­s de Stiuso (otro que cambió) y ahora con supuestos mails secretos la tesis de que hubieron negocios y mentiras en el memorándum con Irán, ocultados al Con- greso, claro, que lo aprobó. Lo que no hizo el Parlamento iraní, que lo rechazó, pese a que según el diario bonadista Teherán confeccion­ó los términos del acuerdo. Mamita.

Lo peor de todo es que es muy probable que la Cámara Federal respalde las medidas de Bonadio en esta causa, a partir de la presión y alegría social que se mencionaba al inicio de esta nota. No sería ajeno a ese apoyo un buen amigo que este juez federal tiene en la Corte Suprema.

Contra lo que cree Cristina, no integra este club de la feliz venganza el Presidente. Macri ha dejado trascender su enojo y preocupaci­ón por las formas y el fondo. Ha recibido señales de incertidum­bre de inversioni­stas y empresario­s que dudan de un país que apresa a altos ex funcionari­os como si nada. Y teme que a él o a sus funcionari­os les pueda pasar lo mismo cuando cambien los vientos del poder. Esos son los riesgos con presidenci­as como las de Bonadio.

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