“El déficit no se arregla con acuerdos comerciales”
—La negociación es compleja y los acuerdos a veces son cosas “religiosas”, creer o no creer en el acuerdo. No se puede estar a favor o en contra porque no se sabe lo que dice el acuerdo. Estoy a favor de un acuerdo que sea bueno para los intereses del país, que son mayores exportaciones, mayor valor agregado, mayores puestos de trabajo. Si el acuerdo apunta a eso, estoy encantado. Si no, no estoy de acuerdo. Desde el Gobierno transmiten un escenario positivo pero no lo documentan. Cuando uno dice algo tiene que tener pruebas para sostenerlo. Sin pruebas, soy agnóstico. Todos los indicios muestran que los equilibrios no son buenos.
—La industria mostró preocupación por la triangulación de productos desde Asia. ¿Es tarde para seguir hablando de este tema?
—Eso todavía está en negociación y hay una posición fuerte de Europa para relajar las normas de origen, lo que les permite utilizar insumos baratos desde otros lugares como China o India. Está todo puesto sobre la mesa. En realidad todavía lo sustantivo, lo importante, no tiene muchas definiciones. Lo más complicado queda para el final. Hay una cosa eufórica, en inglés se dice athmospherics, algo etéreo que se pinta como positivo. Lo duro, lo tangible, no lo confirma.
—¿Hay postura común del Mercosur?
—El Mercosur no está tan homogéneo como en el pasado. Históricamente siempre fueron Paraguay y Uruguay los que querían el acuerdo de cualquier modo. No tienen industria y cualquier aumento en cuotas del agro les viene bien. No tienen tanto costo. Y eran Argentina y Brasil los reticentes, por el costo en los puestos de trabajo de la industria. Ahora son Uruguay y Paraguay los que más miran la letra chica. Brasil y Argentina hoy son los que más quieren que salgan y paradójicamente el acuerdo no muestra beneficios relativos tan importantes.
—El G20 y la OMC se ven como señales para el mundo inversor. ¿Ayuda a abrir mercados?
—No creo en eso. Los inversores miran cosas duras, concretas, no athmospherics. No importa si tienen muchos amigos y hacen fiestas sino que miran las políticas. Marginalmente a alguien le puede interesar pero la inversión va por otro lado. Si se combina con políticas públicas para el entorno de negocios, sin inflación, sin déficit fiscal, comercial, sin endeudamiento y ahí se agrega la presidencia del G20 y la reunión ministerial, es otra cosa. En los últimos dos años, la inversión fue financiera de corto plazo para aprovechar el carry-trade.
—¿El déficit comercial se soluciona con más acuerdos comerciales, de libre mercado?
Me encanta la vinculación con el mundo, pero primero hay que poner la casa en orden. Pensar otra cosa es un espejismo.
—No, la resolución se hace con políticas públicas: con el tipo de cambio, con la competitividad, con una serie de cosas que se hacen internamente. Me hace acordar a quien busca algo donde hay luz y no donde lo perdió. Me encanta la vinculación con el mundo, pero primero hay que poner la casa en orden. Pensar que los acuerdos van a solucionarlo es un espejismo. Las reformas pueden ayudar, pero lo conoceremos con los frutos. Que los costos laborales no impacten sobre la contratación y que se creen puestos de trabajo es bueno, pero toma tiempo. El país tuvo un vuelco importante en exportaciones cuando hubo un tipo de cambio competitivo. Hoy el turismo sale más al exterior, hay salida de capitales y lo que entra es de corto plazo, más la balanza negativa, es un indicio de que el dólar está atrasado.