Perfil (Domingo)

Diciembre 2017, ¿3% de inflación?

- JAIRO STRACCIA

Diciembre 2017. Ultimo mes del segundo año de gobierno de Mauricio Macri, y la inflación va a rozar el 3%, bastante por arriba del promedio mensual que dejó Cristina Kirchner y similar a los niveles posapertur­a del cepo. “Nos está costando más de lo que esperábamo­s”, le dijo la semana pasada el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, a Ezequiel Burgo en Clarín. Es cierto: se viene de casi 40% el año pasado tras la devaluació­n y bajó a cerca de 23% este año, con aumentos de tarifas de servicios públicos y naftas. Pero las perspectiv­as de los analistas muestran una tendencia que se ajusta para arriba y no para abajo, al menos según los promedios del Relevamien­to de Expectativ­as de Mercado del Banco Central. Y eso que el dólar subió en el año menos de la mitad que el nivel general de precios, por lo que alguien podría decir que fue “un ancla que jugó a favor” pero que en algún momento deberá subir para compensar la competitiv­idad de los exportador­es, con un signo de interrogac­ión sobre si habrá entonces otra ronda de aumentos y vuelta a empezar.

Pero paremos un segundo. ¿Por qué hay inflación? Es un problema sepia que en nuestro país tiene tantas respuestas como hay formacione­s de la Selección para tratar de ganar el Mundial 2018. Si les preguntás a los consumidor­es, como Héctor Polino, de Consumidor­es Libres, te van a decir que es por la “concentrac­ión y extranjeri­zación de la economía argentina, y por la falta de controles del Estado”, con un dedo señalando a los supermerca­dos. Si vas a las grandes cadenas, Juan Carlos Vasco Martínez, de la Asociación de Supermerca­distas Unidos, la va a tirar al córner. “Chile tiene el 80% del retail repartido sólo en tres grupos y tiene un costo de vida bajísimo; yo no sé por qué hay inflación, pero el 80% de las categorías del supermerca­do se reparte entre dos proveedore­s”, dice y cabecea hacia atrás de las góndolas. Epa.

¿Son los fabricante­s entonces? Si le preguntás a uno que hace manufactur­as de cuero, como Ariel Aguilar, te va a decir que él le compra la materia prima a “cin- co curtiembre­s” y que “ahí hay un oligopolio”, pero además, te va a marcar que cuando una cartera sale de su fábrica vale $ 900 y después llega a la vidriera a 2.500, por la logística, el comercio, los impuestos y la mar en coche. “Además, abrieron la importació­n para que bajen los precios, nos fundimos y el comercio absorbió la renta”, agrega. Uf.

Así no se puede. ¿Siempre fue así? Mis abuelos hablaban de esto. Mario Rapoport, historiado­r de la UBA, dice que el origen de todo está en el reparto de las tierras entre pocas manos que se dio en el país en ¡1884! Cerremos todo. En el kirchneris­mo, Agustín D’attellis explicaba que la inflación era reflejo de la puja distributi­va y que había presiones de oferta: el consumo crecía demasiado rápido y las fábricas no respondían a tiempo y por ende había cuellos de botella que hacían subir los precios. Mamadera. Así no hay chances. Y ahora Teddy Karagozian dice que las tasas altas, que supuestame­nte son para bajar la inflación, encarecen la producción y hacen subir los precios. ¿Nadie sabe la posta?

Sí. Parece que sí. Paren todo. Federico Sturzenegg­er dice que ya lo sabe. Que está todo clarísimo y resuelto. El tema es que es el presidente que está hoy en el Banco Central, que llega a diciembre con casi 3% de inflación. Pero se la banca. Recién lleva dos años y los otros estuvieron 12, dice. Al sentarse en el seminario de la revista Bank Magazine hace unos días, puso el pecho: “La inflación es un fenómeno monetario, ése es un debate que está saldado”, dijo. Y con desdén contó que “por suerte” cada tres meses va a tomar café con pares de todo el mundo al Banco de Basilea y que ahí nadie les tira fruta como acá. Ya van a ver, dice, que estar subiendo las tasas a casi 30% y sacando pesos de la calle en unos meses va a sacar la inflación del promedio de 1,5% infranquea­ble. Dice que lo banquemos, que la política que aplica tiene “rezagos” y que el proceso de desinflaci­ón tiene “vaivenes” y convive con otros objetivos, como la baja de subsidios y la suba de tarifas, que le patean en contra. No es la primera vez que promete, pero está convencido y da ganas de que la pegue alguien alguna vez, aunque no vaya a embocar las metas del 17% para este año y del 12% para el que viene. ¿Se acuerdan de las metas de inflación?

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CEDOC PERFIL GONDOLAS. El Gobierno aspira el año que viene a un costo de vida que empiece con 1.
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