Perfil (Domingo)

Escritores que no parecen escritores

- GUILLERMO PIRO

Desde hace muchos años colecciono postales de escritores. Se las encuentra en la mayoría de las librerías del mundo, y como soy uno de los pocos cultores de la idea de que los autores son más importante­s que sus obras, me regodeo a veces mirándolas, de lo que indirectam­ente resulta que no necesito llevar conmigo la colección para saber con certeza cuál postal tengo y cuál no: a diferencia de lo que ocurre con el resto de las materias o quehaceres en que me muevo o suelo tener entre manos, nunca me equivoco; mejor dicho: mi colección de postales es el único asunto en el que nunca me equivoco.

Pasando postales de escritores la impresión que se tiene es un poco la misma siempre: poses de maniquí, o en cualquier caso de personas que parecen enyesadas en el intento de aparentar un aire intelectua­l e inteligent­e, muchos primeros planos, manos que sostienen lapiceras, libros, y sobre todo mentones; escritorio­s que tienen encima máquinas de escribir, libros, revistas y diarios. Es raro que los hayan sorprendid­o en poses naturales, inadvertid­as, fuera de un ambiente donde parecen pulular otros escritores, periodista­s, críticos, premios literarios y librerías o ferias, con mesas y libros que esperan ser autografia­dos. Por ejemplo, ocupados en condimenta­r una ensalada (tengo una donde John Irving parece muy divertido haciendo eso), regando las plantas (adoro una foto de una Eudora Welty que riega las plantas de un jardín del modo más perezoso posible: tendida en una reposera) o jugando una partida de tenis (como Aleksandr Solzhenits­yn, según indica el reverso en Vermont en julio de 1975). Me gusta pensar que mis semidioses amados u odiados hacen cosas que yo mismo puedo hacer o que tal vez hice en algún momento. Afirmación que no es del todo cierta, porque no recuerdo nunca haber bailado delante de un árbol de Navidad como lo hacen Francis Scott Fitzgerald, Zelda Fitzgerald y la hija de ambos, Frances, en su casa en París (el reverso no especifica la fecha, pero a juzgar por la edad de la niña debe ser de 1925).

Por otro lado es comprensib­le: los escritores no pasan todo el tiempo inclinados sobre un escritorio; es por eso que existen fotografía­s de Agatha Christie tratando de subirse a una tabla de surf, de Marcel Proust tomando una raqueta de tenis como si fuera una guitarra, de Mark Twain que mira con aspecto exageradam­ente concentrad­o una mesa de billar y tres bolas (dos blancas, una roja), de Ken Follett tocando la guitarra con su banda de blues, de Truman Capote bailando con una dama ignota en el hotel Plaza de Nueva York (tengo muchas fotos de Capote bailando, al escritor de verdad le gustaba bailar), de Jack Kerouac en plena avanzada solitaria en un partido de fútbol americano (naturalmen­te antes de joderse una pierna y dedicarse por completo a la literatura), de Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sartre paseando por la rambla de Copacabana, de Yukio Mishima haciendo una pausa durante un entrenamie­nto de físicocult­urismo en un gimnasio de Tokio, de Ezra Pound paseando con sus nietos en Tirolo (el viejo pesado y fascista se divierte tirando de la trenza de la pobre Patrizia), de George Bernard Shaw ya viejo (es de 1925, tenía 79), en traje de baño, boca abajo sobre una plataforma flotante, tratando de avistar algo en el fondo marino... Pero mi preferida es una de Pier Paolo Pasolini jugando al fútbol: la tensión que emana de esa foto proviene del hecho de que Pasolini está ignorando todo lo que pasa a su alrededor; toda su atención está concentrad­a en el balón que se desplaza a su lado. Es la mejor foto de un escritor haciendo lo que mejor sabe hacer. Después de escribir, claro.

 ??  ?? PIER PAOLO PASOLINI.
PIER PAOLO PASOLINI.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina