Apuesta por la solidaridad contra la corrupción
Próximo a estrenar El test en el Multiteatro, el actor habla desde el corazón acerca de su oficio, sus inicios en el under, la popularidad, la experiencia de haber sido soldado en Malvinas, y lo que siente sobre su país.
El sábado 16 de diciembre Carlos Belloso dejó de ser Iván Jlestakov, el antagonista del Alcalde en El inspector de Gogol, en el teatro San Martín, y el próximo 12 de enero se transformará en uno de los cuatro protagonistas de El test, de Jordi Vallejo junto a Jorge Suárez, Viviana Saccone y María Zubiri, en el Multiteatro. En ambos espectáculos el director fue y es Daniel Veronese. Y es muy probable que Belloso corra de un teatro a otro durante las vacaciones de invierno, ya que estará en el espectáculo infantil Aladdin, con dirección de Ariel del Mastro.
—Volvés a ser dirigido por Daniel Veronese…
—Hace mucho tiempo que Daniel (Veronese) quería trabajar conmigo y yo con él. Por eso cuando me llamó para El inspector no lo dudé. Fue mi segundo clásico en el teatro General San Martín después de La tempestad de Shakespeare, con dirección de Lluis Pasqual y un elenco encabezado por Alfredo Alcón. Veronese es muy generoso con los actores. Su adaptación acercó el texto al ahora. Mi personaje iba detrás de la línea de acción. Es respetuoso y tiene como prioridad la actuación. Cuida mucho todos los lenguajes escénicos y siem- pre busca la verdad escénica. Hay vida en sus espectáculos. El inspector fue un juego de apariencias, por eso las pelucas que usábamos todos. Mi protagonista no especulaba, hablaba con la verdad aunque el resto de sus personajes entendieran otra cosa. Hay muchas frases que sonaban actuales, pero no fue a propósito, por eso es un clásico. La vigencia tuvo que ver con el tema de la corrupción y el poder. Parece inexorable. Hay una clave, cuanto menos corrupción más solidaridad, y al revés, cuanto más solidaridad, menos corrupción.
—¿Qué podés anticipar de El test”?
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— La obra se pregunta qué elegirías: ¿si tener cien mil dólares hoy en mano o un millón dentro de diez años? Establece la posibilidad de solucionar los problemas inmediatamente o saber esperar. Somos dos parejas y se van mostrando el comportamiento de cada uno ante este test. Aparece la vida privada de cada uno y sus vínculos.
—¿Te estás especializando en comedia?
— Estuve cuatro temporadas haciendo Le prenóm, ya que hicimos una en Mar del Plata. Pero El test es una comedia distinta, ya que es más psicológica, aunque el ritmo que tiene se asemeja. Tengo una antiintuición, cuando pienso que anda bien, va todo mal. No me equivoqué con Gustavo Yankelevich, quien fue productor de Le prenóm iba a cuidar mucho a su criatura y así lo hizo. Hace promoción de sus espectáculos e incluso es ingeniosa, hoy lo vemos con Sugar.
—¿Quedó de lado el dramaturgo y director?
—No, seguí haciendo unipersonales y armé el último para el festival de Bahía Blanca, donde también dicté seminarios. Cumplían diez años y escribí Se veía venir, pero solo lo presenté ahí. Escribí desde la grieta, Nisman, los servicios de inteligencia hasta el incendio intencional de Iron Mountain en Barracas. Hago un entrecruzamiento y un homenaje a un rescatista. Recorro el que alguien se quiere salvar a sí mismo, demostrando cómo uno se intoxica de tantas noticias y se transforma en un hombre que no quiere ser. Lo escribí, interpreté y me dirigí.
—Todo es aprendizaje, pero te enseña más lo malo porque buscás fijar para no repetirlo. Si uno hace algo que gusta o es exitoso, se duerme en los laureles. A la televisión llegué con humildad para aprender, no busqué ni la fama, ni el éxito. Primero me hice fuerte en el teatro, en ciertos formatos del under y luego del varieté escribí, lo mismo hizo Alejandro Urdapilleta, Humberto Tortonese o Batato Barea. Después vino el cine desde Lucho Bender hasta Lucrecia Martel. Más tarde llegó la televisión donde traté de entender el código. Hay una tradición importante de comedias, como La nena y también