Una temporada en la Feliz
En 1886 llegó el primer tren a Mar del Plata y fue el comienzo para que un descampado con un mar de proporciones se fuera convirtiendo en la Biarritz argentina. Pero también es una manera de contar la historia política y económica del país en el que la ciudad veraniega participó de manera estelar. Porque, también, ese mismo lugar, a mediados del siglo siguiente, devino en sinónimo de patria obrera y peronista acentuando contradicciones, al tiempo que ponía en escena la reivindicación. Un setting perfecto para Sandro y sus películas, tumba para el descontrol aéreo de Olmedo, teatro de revistas, casino, Isidoro Cañones, entre muchos, que se fueron mezclando con altos índices de desempleo, marginalidad y negocios turbios para dar esas dos caras posibles, como las máscaras del teatro. Por eso, Mar del Plata, ¿infierno o paraíso?, la serie de fotografías de Ataúlfo Pérez Aznar (La Plata, 1955), se entronca en esa posibilidad antitética y configura una visión espeluznante del balneario y sus personajes. Corpiños enroscados, cuerpos obesos o con mutilaciones, buscadores del sol en el asfalto, sonrisas desdentadas y niños como de otros tiempos son algunos de los motivos que están en esas fotos en blanco y negro y que el fotógrafo, con un ojo exquisito, supo capturar en la delgada línea que va de la ironía al homenaje. Fechadas en los 80, las imágenes parecen aún más antiguas. Las ausencias de color y de glamour son la contracara perfecta de la publicidad y del turismo que consagró a Mardel como un paraíso multitudinario y por eso mismo, de dudoso deleite.