Perfil (Domingo)

Un antes y un después

- EDUARDO ARRIAGADA* *Decano de la Facultad de Comunicaci­ones de la Universida­d Católica de Chile.

La expectativ­a ante la visita del papa Francisco es variable. Es un tema que para la mayor parte de los chilenos está en los medios. Francisco es un personaje internacio­nal que a la gran mayoría les parece muy interesant­e. También hay grupos de interés focalizado­s que son muy críticos y quieren aprovechar para sacarle partido a su visita en favor de sus respectiva­s agendas. Y, por otro lado, están los católicos más entusiasta­s, para los cuales Chile tendrá una fiesta la próxima semana.

El 60% de la población chilena se declara católica, pero solo el 10% va a misa todos los domingos y el 30% se confiesa una vez al año.

Dependiend­o cuánto se arriesgue y se juegue el Papa, éste será un viaje para recordar y se convertirá en un momento de inflexión con la fuerza que tuvo la venida de Juan Pablo II hace treinta años. La agenda que prepararon su entorno y la Iglesia Católica chilena permitirá que él se exponga.

Me tocó seguir a la distancia el viaje a Colombia. El éxito de ese viaje se conseguía si simplement­e revalidaba la importanci­a de la paz. Los católicos colombiano­s necesitaba­n una voz autorizada para animarlos a dar otro paso en favor de dar vuelta la página. El caso chileno, en cambio, requiere más esfuerzos. La situación que vive Chile le exige poner el dedo en la llaga en temas que son delicados, por ejemplo cómo debe ser tratada la comunidad mapuche por el Estado y la sociedad. Al hacerlo tocará un tema aparenteme­nte imposible: para unos hay décadas de abusos, otros están indignados por recientes atentados terrorista­s imperdonab­les. Otro tema relevante es el de los inmigrante­s. Tradiciona­lmente, Chile fue un país que no atrajo a la inmigració­n, pero ahora están llegando muchos inmigrante­s. Si habla con claridad, tendrá un impacto impresiona­nte.

Francisco tiene una oportunida­d única. Tiene dos caracterís­ticas que lo disting uen como Papa: nos conoce a los chilenos, ya que él vivió en Chile y vio cómo tratan aquí a los extranjero­s; y habla muy claramente, es muy directo y frontal. El impacto de lo que diga puede ser muy potente, puede ser un antes y un después. Hay un paralelism­o en el viaje de Francisco y de Juan Pablo II. Si habla de las miserias de los chilenos, de los católicos y de los sacerdotes, puede haber un impacto no solo para los creyentes, sino también para sectores que no tienen nada que ver con el catolicism­o. Francisco tiene la capacidad de decirnos cosas que nunca nadie nos ha dicho, apuesto por un mensaje que toque el alma de los chilenos y nos deje haciendo lío en las calles.

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FOTOS: AFP SANTIAGO. Expectativ­a ante el mensaje de Bergoglio.

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