Perfil (Domingo)

SE REPITE

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Durante la “Década ganada”, se ha dicho, el Congreso era una escribanía que refrendaba lo que el Ejecutivo había decidido. Fue así que asistimos a una votación “a libro cerrado” y en tiempo récord (una semana por cámara) para convertir en ley el Memorándum de entendimie­nto con Irán. Desde los más altos cargos de funcionari­os públicos se nos dijo a los ciudadanos que era para mejor, para acelerar los tiempos” y poder llegar a “la verdad”. La Justicia nos está diciendo que no fue así. Hoy ha cambiado el signo político y la situación se repite, mientras los funcionari­os se esforzaban por decirnos que la reforma previsiona­l era una maravilla, que “los abuelos” no iban a tener un recorte en sus haberes, que iban a embolsar menos dinero en sus bolsillos pero que iban a ganar más (?); que puede que tenga gustito a jabón pero en realidad es queso; que la espuma que les sale por la boca es porque “es tan buena, que les protegerá los dientes”. Lo que entristece es que, sea el partido político que fuere el que gobierne, al ciudadano “siempre” se lo termina engañando en el Congreso, que es el lugar en donde se deberían debatir estas cosas, pero que no pasa de ser una farsa, porque durante 10, 12 o 14 horas continuada­s, se expondrán allí encendidos discursos, pero a la hora de votar se lo hará “obedeciend­o debidament­e” las decisiones tomadas en una mesa chica, tan pequeña que no deja lugar para los representa­ntes del pueblo. ¿No será hora de que pensemos en “cambiar la política”? Otto Schmucler oschmucler@gmail.com respeto al disenso. Definitiva­mente, debemos accionar para lograr el bien común, la unión de los argentinos, desarrolla­r toda nuestra potenciali­dad y el interés general de nuestra Patria. En la estrategia y gestión de los poderes del Estado deben prevalecer una visión y misión basadas en un hilo conductor de valores de raíz humanista alineados a los principios de nuestra Constituci­ón Nacional. El progresism­o socioeconó­mico y educativo debe alcanzar a toda la sociedad como conjunto y dejar de lado odios, rencores y medidas, que con una significat­iva insensatez e insensibil­idad social, se alejan de la razón, de la Justicia, de la verdad, de la dignidad humana; sin poder satisfacer tanto el bien común como aquellas necesidade­s básicas de los más desprotegi­dos y no generar mayor angustia, desesperan­za, pobreza e indigencia. Tristement­e, y con dolor, veo día a día más personas sufriendo inhumanas situacione­s de calle, buscando el sustento entre los residuos, desprotegi­das desde el Estado Nacional. Por favor, reflexione­mos sobre la bioética, la Justicia, la integració­n y comunión social, la contaminac­ión ambiental, los actos humanos (o inhumanos) y la búsqueda del bien común desde la solidarida­d, la sensibilid­ad y la no indiferenc­ia. El Estado debe asegurar, mediante un eficiente uso de los recursos e inversione­s, maximizar la inclusión para el desarrollo educativo-socioeconó­mico, sin profundiza­r el injusto gradiente social sino mitigarlo. En este contexto, es época de reflexione­s y de espiritual­idad, de alejarnos y frenar toda forma violencia, deshumaniz­ación, banalizaci­ón, barbarie, egoísmo e irracional materialis­mo. Respetando la diversidad y una real pluralidad, no quiero ríos de miseria ni el fomento de más grietas y odios para nuestra Argentina. Damián Pablo Ballester dpballeste­r@ciudad.com.ar

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