Residencias lujosas
En algunas series de televisión, las residencias lujosas donde fueron ambientadas tuvieron tanta importancia como los propios personajes. En la serie Bonanza, la estancia La Ponderosa (que era el nombre de una variedad de pinos que allí crecían) era el terreno en Nevada donde residía la familia Cartwright, compuesta por un hombre tres veces viudo y sus tres hijos, y donde transcurrían sus aventuras en un ámbito cómodo que incluía algunos lujos, como tener un cocinero chino.
Hace unos días se detectó a través de un allanamiento que la familia del sindicalista Marcelo Balcedo era la propietaria de la fabulosa estancia El Gran Chaparral. Al margen de si el dinero para comprar esa propiedad y la colección de automóviles que allí se preserva provenía de los ahorros familiares o de fondos sustraídos a los trabajadores, que es algo que determinará la Justicia, es interesante que el nombre de la estancia haya sido adoptado de la serie de televisión transmitida entre 1967 y 1971.
El Gran Chaparral enfocaba la vida cotidiana de dos familias, los Cannon, que residían en Arizona, y los Montoya, que vivían en la frontera de México. John Cannon había bautizado a su rancho El Gran Chaparral por los arbustos que rodeaban el área y que permitían cierta intimidad frente a los vecinos. Cuando su esposa Anne muere en el primer episodio atravesada por una flecha de los apaches, Cannon se casa con Victoria Montoya, quien lleva a vivir al Chaparral a su hermano Manolito. Los episodios enfocaban los conflictos con los indios de la zona y las aventuras de los dos hijos de Cannon, algo tarambanas e inclinados a la bebida y la diversión. Un aspecto interesante de la serie eran ciertos indicios de lujo dentro de una zona agreste. El personaje de Victoria lucía a veces peinados elaborados y un elegante vestuario. La mesa durante la cena era servida “a la francesa”, es decir, con un camarero que acercaba la fuente a cada comensal para que se sirviera la porción deseada.
Recordar estas series, que anticiparon las lujosas viviendas familiares de Dinastía y Falcon Crest, nos lleva a preguntarnos por qué se adoptarán determinados nombres para las residencias. Muchas de ellas llevan nombre de mujer en honor a la propietaria original, o son autohomenajes (como Villa Ocampo y Villa Victoria). Pero otras llevan nombres extraños (como la estancia El Entrevero, de Lázaro Báez), que despiertan cierta intriga en cuanto a los motivos de sus propietarios para elegir determinados nombres.