Perfil (Domingo)

El gerente de Arlt

- POR DAMIáN TABAROVSKY

Pocos momentos más aptos que el actual para volver a Los siete locos, de Roberto Arlt, a su primera frase: “Al abrir la puerta de la gerencia…”. En la gerencia, el director acusa a un empleado –Erdosain– de “estafador” y de haber robado “seisciento­s pesos”. Luego de esa escena inaugural se dispara la novela, en la que Erdosain, desesperad­o por la falta de dinero, se une a una sociedad secreta que pretende cambiar el orden social a través de una revolución financiada por una red de burdeles. Publicada en 1929, en los albores de la gran crisis del capitalism­o, obviamente en la novela suceden muchas más cosas. Pero en vez de avanzar, podemos retroceder y fijar la atención en una palabra, una palabra de la primera frase: gerencia. ¿Qué valor cobra hoy la palabra gerencia entre nosotros? Deberíamos poder hacer una genealogía de ese término. Cuándo se lo utilizó en la literatura argentina, de qué modo, o de qué modo no se lo usó. No estoy en condicione­s de dar, aquí y ahora, una respuesta. Simplement­e, a modo de hipótesis, me atrevo a decir que “gerencia” es una palabra que parece haber desapareci­do de nuestra habla. Casi nadie la usa, o se la usa poco. Mejor dicho, parece haber mutado hacia otro concepto: el de CEO. El CEO es el gerente de los gerentes. Pero a los gerentes ya no se los llama gerentes: se los llama “equipo”. Un CEO tiene un equipo que sabemos que está formado por gerentes, pero que se presenta, al menos en la comunicaci­ón, en el relato, en el sentido social, no como una estructura vertical, casi militar (gerente general, gerente de área, subgerente de área, director general, subdirecto­r general, etc.) sino como un modo de circulació­n de la palabra casi horizontal, podemos decir casi democrátic­o, como un ágora, que tiene un punto de referencia, obviamente el CEO, pero que remite a un dispositiv­o topográfic­o circular: todos alrededor de una mesa, intercambi­ando puntos de vista, mirando hacia el mismo lado (digamos, hacia la proyección de un Power Point).

La gerencia es un cargo y a la vez un lugar: es una posición en una empresa, pero también tiene una dimensión fáctica que no es circular, es todavía extremadam­ente jerárquica: en Los siete locos citan a Erdosain a la gerencia como se cita a un alumno a dirección: el poder del gerente es total y absoluto. El director le da un ultimátum y no hay instancia de negociació­n. No hay diálogo, no hay consenso. Hay imposición desnuda de un poder injusto. ¿Son así hoy las cosas? O formulada la pregunta de otro modo: ¿cuál sería hoy el lugar de los CEO? El Estado. Los gerentes ya no están (solo) en las gerencias, sino en los ministerio­s, incluso en la Presidenci­a de la Nación. Y el primer trabajo de los CEO es el de borrar la condición vertical y autoritari­a del cargo. Borrar la condición militar, jerárquica y de abuso de poder (es decir, la impunidad) del asunto, y volverlo, al modo del simulacro, democrátic­o, horizontal. Leer hoy Los siete locos implica un ejercicio de desmonte de ese uso político-mediático de la gerencia, y reponer todo lo que hay allí de oscuro, de cruel, de inhumano, de negocios espurios, de injusticia social.

Se ha dicho muchas veces, y con razón, que Los siete locos es una novela sobre la angustia. Se puede agregar que es la angustia de vivir bajo el yugo de la gerencia.

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ROBERTO ARLT

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