“en las cenas familiares imaginamos la película”
El director nicolás gil lavedra y la escritora claudia Piñeiro son familia. ella está en pareja con su padre. ambos revelan cómo fue la experiencia de trabajar juntos en un proyecto.
Las vidas de la escritora Claudia Piñeiro y el director Nicolás Gil Lavedra se cruzaron mucho antes de filmar la película Las grietas de Jara. Ambos son familia desde que ella se convirtió en la pareja de Ricardo Gil Lavedra, abogado, político radical y padre de Nicolás. Tras muchos años de compartir una relación personal, él le compró los derechos de su libro y de ahí en más trabajaron juntos para llevar a cabo el proyecto. Al recordar el proceso afirman que la experiencia fue buena aunque tuvieron que poner algunos límites.
“Una tarde estaba hablando con ella de otros temas y me contó que los derechos de ese libro estaban disponibles. A mí me había encantado cuando lo leí y había fantaseado con llevarlo al cine, así que decidí comprar la historia y convertirla en película”, rememora Nicolás sobre cómo inició el proyecto. A ese día le siguieron muchos otros de almuerzos y cenas familiares donde imaginaban la adaptación de la historia al formato cinematográfico. “En las co- midas familiares imaginamos la película. Hasta que en un momento pusimos una regla. En casa solo podíamos charlar 15 minutos del tema, porque si no, hablábamos solo de eso. Así que pusimos ese límite y después seguíamos con los temas comunes de toda familia”, menciona el joven entre risas. Por su parte, Piñeiro explica cuál fue el mayor desafío que tuvieron que afrontar durante la realización de la película. “Siempre me llevé muy bien con los directores que adaptaron mis libros al cine. Quizás en este caso teníamos el problema de pertenecer a la misma familia y nos teníamos que cuidar de que lo personal no invadiera el plano profesional y viceversa”, señala haciendo mención a la relación que los une. Además, agrega que “había que mantener una distancia porque tenía que poder decirle lo que me parecía correcto sin que se mezclara con los sentimientos que en este caso se tenían”.
Nicolá s destaca que los aportes de Claudia lo ayudaron a guiar su película. “Ella entiende que la obra literaria es independiente de la cinematográfica y es muy generosa porque te deja hacer. Siempre estuvo ahí, nos daba notas y nos orientaba por dónde ir según le parecía. Sin embargo, no solo miraba su novela, sino también la película. Siempre estuvo presente en el set y hasta logramos que haga un cameo”, indica el joven.
“Hice de empleada municipal que le entrega una carpeta al personaje de Oscar Martínez. Fue muy divertido hacerlo porque siempre me llamó la atención cuando los escritores hacían participaciones en las películas basadas en sus libros. Esta vez pude hacerlo y me gustó por la experiencia de estar en la previa con los actores, maquillarse con ellos y ver cómo trabajan. La pasé muy bien y me sentí muy cómoda. Estoy muy contenta de haberlo hecho porque tenía ganas”, recuerda la creadora de reconocidas novelas como Betibú, Las viudas de los jueves y Un comunista en canzoncillos.
Con la película finalizada y estrenada en los cines, la vida familiar vuelve a la normalidad. El límite de los 15 minutos dejó de existir y en las comidas solo se habla de temas comunes que no involucran la realización de una película. Sin embargo, ninguno de los dos descarta la idea de volver a trabajar juntos. Claudia Piñeiro tiene varios libros que no se han adaptado al cine y por los cuales Nicolás ha demostrado interés. Por eso la regla dejó de tener validez pero la guardan por si vuelven a necesitarla en un futuro cercano.
“teníamos que cuidar que lo personal no invadiera el plano profesional.”