Perfil (Domingo)

En la antesala del infierno carcelario

PErfil estuvo en el rodaje de la miniserie coproducid­a por la Tv Pública y Undergroun­d en la ex cárcel de Caseros. Hablan el director –Caetano–, Lamothe, Gusman, Furtado, Buley y Ayala.

- GUSTAVO MENDEZ

Lunes 22 de enero. La producción de El marginal 2 ultima los detalles para la primera escena del rodaje nocturno en el patio de la ex cárcel de Caseros. Queman maderas y carbones en un tacho, llenan una pequeña pelopincho con agua, encienden las máquinas de humo repartidas entre las casillas de madera y aparece el reflector de vigilancia desde un puesto elevado de guardia. El ambiente es sórdido, escalofria­nte. Entre personal de Undergroun­d, equipo técnico y actores, en cada jornada de la serie trabajan unas 150 personas, de las cuales unas treinta son extras que están distribuid­os en toda La Villa. Brian Buley (Pedro) y Abel Ayala (César) son los más divertidos entre escena y escena, cantan el himno de su banda, La Sub 21, coquetean, se dan un beso en la boca que provoca risotadas, se sacan fotos y suben historias en sus Instagram. “Acción”, grita Adrián Caetano, que produce un silencio de muerte. El director comandará los primeros dos episodios de un total de ocho que conformará la serie (cinco menos que la primera temporada), y luego la responsabi­lidad quedará en la lente de Alejandro Ciancio, asistente de Caetano y hombre de confianza.

Tras la señal de Caetano, se encienden las cámaras y empieza una de las secuencias que el público podrá ver este año por la TV Pública y Netflix después del Mundial. Esteban Lamothe, el nuevo en la ficción y en el penal, interpreta a Patricio, el Doc, que descansa en una precaria casilla de madera, con paredes de telas y techo de madera, ubicada en villa de la cárcel San Onofre. Cinco reclusos se movilizan sigilosos como serpientes entre los pasillos. Uno viene jadeando, tocándose los genitales por el frente, y sus cómplices asaltan por sorpresa la caseta por el lado posterior. Lo inmoviliza­n, lo dan vuelta, le bajan el jean. Lo quieren violar. Caen los guardias (“ahí viene la gorra”) y Lamothe sobrevive a la vejación. “Me imaginé estar preso de verdad y es horrible. Es una escala muy baja de la condición humana eso de encerrar personas y tenerlas juntas, es un experiment­o tremendo, no hay mucha vuelta atrás, las heridas que te deja estar preso son irreversib­les”, le responde a PERFIL Lamothe, una de las caras nuevas de la precuela junto con Verónica Llinás, en el rol de la asistente social Rita, la española Paula Cancio como novia del Doc, y Roly Serrano, quien será el Sapo, el capanga de la prisión. “Esta serie es una ficción y responde a los códigos de una ficción, que es tomar de la realidad lo que necesita para con- tar una historia. En este caso es la historia de un lugar cruel, la cárcel es un lugar cruel, y todos lo sabemos”, analiza Caetano, quien ya dirigió Tumberos en 2002, y agrega: “Me atrae porque me siento parte de la creación de esto y es un espacio que no me es desconocid­o desde lo profesiona­l. El desafío es hacerlo otra vez y encontrarl­e una vuelta a un escenario que parece estar caduco, más allá de que siempre se recicle. La cárcel queda ca- da vez más chica y el universo dentro de ella es cada vez más grande”.

Diosito (Nicolás Furtado) tomará el control protagónic­o de la segunda temporada, se verá su aprehensió­n junto a su hermano Borges (Claudio Rissi) en una villa,

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