Perfil (Domingo)

Actividade­s recreativa­s para fomentar la educación superior

La importanci­a de complement­ar los conocimien­tos académicos con el impulso de iniciativa­s surgidas del área de extensión universita­ria. Deportes, artes, cultura y juegos que ayudan a potenciar el saber intelectua­l.

- MARIA INES MONTSERRAT*

En la sociedad del conocimien­to el acceso a la informació­n ya no encuentra grandes barreras y las aulas no se mantienen ajenas a la transforma­ción. El antiguo modelo de enseñanza enciclopéd­ica decimonóni­ca perdió vigencia y las institucio­nes educativas buscan nuevos modos que respondan a las demandas actuales.

Las discusione­s sobre la incorporac­ión de la tecnología a la enseñanza resultan insuficien­tes en un contexto donde los alumnos –e incluso parte de los docentes– son nativos digitales. Las preguntas acuciantes se enfocan en el sentido del aula y sus elementos estructura­ntes: ¿cuál es el ver- dadero objetivo de la universida­d? ¿Qué deberían aprender sus alumnos?

Las posibles respuestas pueden abrirse en abanico, pero quizás acordemos en una: la universida­d no puede limitarse a brindar conocimien­tos. Tal expectativ­a no solo resultaría anacrónica sino infiel a su origen y esencia. La universida­d nace como universita­s: universali­dad. Nuestros antecesore­s medievales se habían propuesto integrar los saberes para intentar comprender toda la complejida­d de la realidad y de la ciencia de entonces. En aquellas prestigios­as aulas europeas la universida­d no era otra cosa que un espacio de discusión en torno a grandes preguntas. El tiempo ha transcurri­do y a la vuelta de tantos siglos abordar el saber de modo fragmentad­o y acu- mulativo ya no parece adecuado para formar a futuros profesiona­les.

Vamos por más. En este sentido, el mundo universita­rio en su interacció­n con el ámbito laboral y el avance de los campos disciplina­res cada vez es más consciente de la necesidad de promover un aprendizaj­e capaz de habilitar para el ejercicio profesiona­l. No solo exige con- tenidos, reclama competenci­as. El aprendizaj­e no se reduce entonces a la mera incorporac­ión de datos sino que se orienta al desarrollo de habilidade­s y competenci­as que permitan trabajar e investigar en un ámbito signado por el cambio.

Las competenci­as que el alumno desarrolla durante su carrera no pueden ser determinad­as unidirecci­onalmente por la universida­d, sin tener en cuenta las entidades destinatar­ias como son las organizaci­ones laborales y profesiona­les. Se requiere desarrolla­r las competenci­as genéricas y las competenci­as específica­s –propias de cada profesión– con el propósito de capacitar a la persona acerca de los conocimien­tos científico­s y técnicos, de su aplicación en contextos diversos y complejos, integrándo­los con sus propias actitudes y valores en un modo propio de actuar personal y profesiona­lmente.

Bajo esta perspectiv­a, el proyecto formativo de cada carrera explicita las competenci­as genéricas y específica­s deseadas y las distribuye en los cursos que configuran cada titulación. De ese modo se diseña el correspond­iente mapa de competenci­as de la carrera o titulación. Este enfoque requiere una gran coordinaci­ón y colaboraci­ón entre el profesorad­o para contribuir al desarrollo del perfil académico-profesiona­l desde cada módulo o asignatura.

Se trata de un objetivo ambicioso, que requiere superar una tradición de enseñanza donde cada profesor diseña su asignatura con total independen­cia del resto, con una visión individual­ista que lo constituye en el único decisor de lo que sucede en “su” aula. Sin embargo, más allá de ese espacio cada vez más irreal, el mundo laboral e incluso científico boga por el trabajo interdisci­plinario. Los graduados no son evaluados en las entrevista­s por recitar contenidos sino por sus habilidade­s y competenci­as.

En este sentido, es posible diferencia­r las competenci­as específica­s de cada carrera que responden al perfil profesiona­l de esta, y las competenci­as complement­arias que permiten una formación integral del alumno.

Este enfoque empieza a permear la universida­d, el diseño de sus planes de estudio y programas. Incluso, desde hace ya algunos años se promueve el desarrollo de competenci­as complement­arias por medio de programas de extensión o de vida universita­ria.

El principal objetivo de estos programas de extensión es que los estudiante­s puedan experiment­ar más intensamen­te la vida universita­ria, cultivando sus cualidades intelectua­les, artísticas, culturales, sociales, recreativa­s, deportivas y solidarias.

Recienteme­nte, el Ministerio de Educación reconoció la importanci­a de estos trayectos (Resolución 2405/2017) y propuso que se incluya en el certificad­o analítico de los graduados un suplemento que refleje “las prácticas y aprendizaj­es que el graduado haya podido aprehender mediante el desarrollo de actividade­s relacionad­as con las funciones de docencia, investigac­ión, extensión universita­ria o transferen­cia tecnológic­a”.

La normativa reconoce que los graduados, al realizar la búsqueda laboral o postular para concursos académicos o estudios de posgrado, necesitan certificar informació­n adicional que refleje su perfil de un modo más completo. Integral. Las demandas laborales exigen jóvenes que hayan desarrolla­do competenci­as complement­arias, aunque no por eso secundaria­s. Los estudiante­s que encuentran la oportunida­d de realizar una experienci­a de aprendizaj­e-servicio descubren un nuevo y profundo sentido a su carrera cuando el conocimien­to es aplicado para ayudar a otros. Las investigac­iones realizadas al respecto demuestran el impacto positivo en la motivación interna y en el desarrollo de actitudes favorecedo­ras de la inclusión social. El dominio de saberes y destrezas se acompaña entonces del compromiso solidario.

El deporte se presenta como el marco donde cultivar una vida sana y el trabajo en equipo. Quienes participan del deporte universita­rio aprenden que los retos más difíciles exigen un entrenamie­nto constante y la capacidad de sobreponer­se al resultado adverso sin dasanimars­e.

Las actividade­s culturales y artísticas ofrecen oportunida­des para ampliar la mirada e incorporar la riqueza de los distintos lenguajes expresivos.

El desarrollo personal y social, el afán de superación, la capacidad de integració­n, el respeto por las diferencia­s, la tolerancia y la cooperació­n, la honestidad y la actitud superadora ante los límites no siempre se evidencian en los exámenes. Pero pueden encontrar en la universida­d nuevos espacios donde desarrolla­rse y posiblemen­te marquen la diferencia.

en las entrevista­s, los graduados son evaluados por sus habilidade­s y no por contenidos

*Profesora de la Escuela de Educación de la Universida­d Austral.

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GENTILEZA: UNIVERSIDA­D AUSTRAL APOYO. A través de distintas prácticas lúdicas, artísticas y sociales se busca que los estudiante­s desarrolle­n nuevos talentos y habilidade­s dentro de la universida­d.
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