Defectos y virtudes de la clase media argentina
Protagonizan la obra de Juan José Campanella que es éxito en el Multiteatro de la calle Corrientes. Sostienen que sus personajes son espejo de la sociedad y coinciden en que vivimos un momento de incertidumbre de cara al futuro.
Un éxito siempre es inexplicable. Desde su estreno, el espectáculo teatral ¿Qué
hacemos con Walter?, en Multiteatro, tuvo que agregar una nueva función los viernes a las 23. En ese elenco que dirige Juan José Campanella están Karina K, quien hacía mucho tiempo no encarnaba un personaje sin música, y Campi, quien también desde hace varias temporadas no integraba un elenco.
—¿Cuando leíste la obra imaginaste que interpretarías este papel?
K: Cuando recibí el libro me encantó, me reí y me gustó cómo estaba delineados los personajes de este consorcio. Mi protagonista es Nelly Quintana, la comunicadora; nunca antes había hecho una caracterización naturalista, ya que cuando hice Yiya tenía una máscara y aquí no.
CAMPI: No. Porque al leer el texto vi que había una sorpresa en un personaje y creía que me tocaría a mí. Dije que sí antes de leer la obra porque quería trabajar con Campanella, me gusta todo lo que hace.
—¿Por qué la gente se ríe con las malas palabras?
K: No juzgo a mi personaje, pero en mi vida privada no soy de decirlas. Ahora se me escapa alguna, quizás por contagio con mi Nelly. Vi muchas mujeres así, que con una manera casi cariñosa dicen palabrotas. El espectador estalla de risa. Creo que esto pasa con los porteños; dicen que también los de Nueva York se ríen mucho con este tipo de lenguaje. Es una de las posibilidades de humor que despliega este espectáculo, desde la comedia italiana costumbrista, pasando por el humor negro hasta la palabrota. Radiografía la idiosincrasia de los argentinos, donde están desde los humanistas hasta los xenófobos.
C: Nosotros somos así. El humor representa claramente a una sociedad, como la música que escucha. Soy desde hace años el director artístico del Festival del Humor y comprobé que no to- dos nos reímos de lo mismo, salvo que sean clásicos como Chaplin. Si festejamos estas palabras es porque somos maleducados. Igual creo que hemos madurado, ya no causa gracia reírse de una mujer en el escenario o burlarse de un homosexual. Si hoy alguien hace un chiste con eso tendrá ETAPAS. Campi se hizo famoso con su personaje para Tinelli. Karina K hizo larga trayectoria en teatro con comedias musicales.
un problema con el Inadi.
—¿Cuál es el secreto para no tentarse?
K: Tanto Campi como Miguel Angel (Rodríguez) a mí me causan mucha risa. Aquí me cuido mucho y debo concentrarme para no tentarme. Es un entrenamiento muy importante. El hecho de repetir exhaustivamente el mismo texto ayuda.
C: Nunca me tiento. No me suele pasar en el trabajo, sí en la vida. Estoy muy concentrado en el personaje, y si hacemos lo que está escrito ya es muy gracioso. Soy fanático de Buster Keaton, y sufría lo que interpretaba, eso es lo que te causa más humor. Disfruto mucho de que la gente se ría, más que del aplauso.
—¿Los personajes reflejan nuestra sociedad?
C: El espectáculo muestra defectos y también virtudes. El paralelismo entre el edificio en el que viven estos personajes y nuestra sociedad es divino. Estamos en un país en el que todos pensamos distinto, pero queremos que nos ande bien el ascensor y que no tengamos humedad en las paredes. En realidad todos queremos vivir en un lindo edificio. Campanella fabrica espejos, y sus resultados nunca son ni violentos, ni resentidos, ni agresivos. Nos muestra de una linda forma, pero nos vemos ahí. Son amistosos, pero nos reflejan tal cual somos. Si la gente nos está eligiendo entre los primeros cinco más vistos es por algo, está queriendo verse en un espejo.
K: Siento que mi personaje muestra una realidad, al igual que otros en este consorcio que es una microsociedad. Me angustia la xenofobia, el criticar al otro por su nacionalidad o por su ideología. Esto está en las antípodas de mis pensamientos. Creo que esta denigración o ser peyorativo con el otro está en el corazón de muchos argentinos.
—¿Y el país?
K: Estamos en una transición, incertidumbre. Hay una ausencia de concientización de las necesidades más básicas a nivel humano, como en el caso de los enfermos de sida. No entiendo. No estoy conforme, ni alegre, me descargo a través del teatro. No quiero ponerme ni severa ni crítica, quiero esperar y tener fe. Espero que haya otra alternativa cuando se termine este mandato. Todo lo determina la sabiduría del pueblo. Tal vez se mire más con el corazón y haya que cambiar desde uno mismo sin esperar tanto de los mandatarios. Ojala que tengamos mejores opciones.
C: Lo veo en movimiento constante, me encantaría que me fuese más claro para dónde vamos. Siempre elijo, esté el gobierno que esté, esperar a que vayamos para un buen lugar. Pero la verdad que no quiero abandonar el pensamiento positivo.