Perfil (Domingo)

El camino hacia la equidad de género

- CAROLINA FLOREZ STUTZ*

Los estereotip­os sociocultu­rales que segmentan las habilidade­s y capacidade­s en función del género se arraigan desde la primera infancia, por lo que derribarlo­s representa uno de los principale­s desafíos a la hora de impulsar la equidad. Estamos inmersos en un círculo vicioso que alimenta la desigualda­d entre los géneros.

Es extremamen­te relevante que todo concepto estereotip­ado de los papeles femenino y masculino sea cuestionad­o y trabajado. Cada aspecto necesita ser discutido para que podamos comprender como sociedad que ser diferentes no puede justificar la desigualda­d. Por el contrario, estoy convencida de que las diferencia­s nos enriquecen y favorecen.

Los estereotip­os no son inocentes, ya que cuando instalamos un preconcept­o sobre las capacidade­s y el potencial de un género, estamos limitando su desarrollo. “El empoderami­ento de las mujeres y las niñas es fundamenta­l para impulsar el crecimient­o económico y promover el desarrollo social”, explica la Organizaci­ón de las Naciones Unidas (ONU).

Nadie podrá negar que hemos logrado avances significat­ivos en la equidad de género; sin embargo, todas las investigac­iones sobre el tema concluyen que en los últimos años hemos entrado en una meseta que está siendo difícil de superar. La encuesta “Cuando las mujeres prosperan 2017” (realizada por la consultora Mercer y EDGE Certified Foundation, en 202 empresas en América Latina), coincide con que los progresos que se habían realizado en cuanto a la participac­ión femenina en el mundo laboral se están estancando. Según este informe, en el nivel profesiona­l las mujeres representa­n el 39% de la fuerza laboral, pero su presencia a nivel gerencial disminuye a un 31% y a solo un 16% en los puestos ejecutivos. Por otro lado, las empresas de la región continúan pagando un 17% menos a las mujeres que a los hombres.

Estos estereotip­os también han impactado en la cantidad de mujeres que construyen su desarrollo profesiona­l en disciplina­s de ciencia, tecnología, ingeniería y matemática –llamadas STEM, por sus siglas en inglés. El informe “Cracking the Code”, preparado por la Unesco en el año 2017, expresa que los factores biológicos, incluida la estructura cerebral y su desarrollo, la genética, la neurocienc­ia y las hormonas no definen en absoluto la brecha de género en STEM.

Se estima que la escasez mundial de profesiona­les en estas disciplina­s está afectando nuestro desarrollo económico y humano, y al mismo tiempo se habla de que las tecnología­s exponencia­les pueden cambiar el mundo para bien. Esta es la oportunida­d más clara que hemos tenido para desarrolla­r el mundo invirtiend­o en mujeres. En este sentido, el sector privado tiene un rol fundamenta­l para eliminar las desigualda­des de género e impulsar el desarrollo sostenible, por ejemplo, inspirando y apoyando el aprendizaj­e en STEM para niñas y jóvenes.

A la vez, es importante fomentar un entorno inclusivo que se beneficie de los antecedent­es y perspectiv­as de todos los integrante­s para impulsar una ventaja competitiv­a global sostenible. El estudio de Mercer afirma que, a pesar de que el 64% de las compañías entrevista­das se muestra convencido de la necesidad de contar con una fuerza laboral más diversa, pocas ofrecen trabajo a tiempo parcial o flexible.

Es clave para las empresas llevar adelante iniciativa­s de liderazgo para desarrolla­r, inspirar, involucrar y capacitar a las generacion­es actuales y futuras de mujeres líderes, fomentando una fuerza laboral más inclusiva e innovadora. Este tipo de programas fortalecen capacidade­s, aumentan el compromiso y retienen talentos, además de promover la divulgació­n del tema.

El mundo está cambiando, aunque algunas veces no tan rápido como necesitamo­s y queremos. Tener espacios donde se pueda discutir estas temáticas es esencial para fomentar la igualdad y crea una responsabi­lidad que las empresas no pueden ignorar. A través de políticas más inclusivas y de cada vez mayor visibilida­d, nos podremos acercar un poco más a la igualdad de oportunida­des, sin importar nuestro género.

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