Perfil (Domingo)

“Estamos en otra burbuja financiera”

- JORGE FONTEVECCH­IA

Que su libro El fin de la pobreza tenga el prólogo escrito por Bono, que Soros haya donado 50 millones de dólares para su proyecto Aldeas del Milenio y que MTV haya filmado El diario de Angelina Jolie y el doctor Jeffrey Sachs en Africa lo convirtier­on en el economista más famoso del mundo. Pero su prestigio académico comenzó cuando, con apenas poco más de 30 años, a fines de los años 80 y principios de los 90, la hiperinfla­ción era un flagelo mundial y Jeffrey Sachs fue quien la erradicaba en países tan diversos como Bolivia o Polonia, y tan rápidament­e que se ganó el calificati­vo del “Dr. Shock”.

Sachs fue asesor de decenas de países con economías en problemas y considerad­o el economista más influyente desde John Maynard Keynes. Profesor de la Universida­d de Harvard entre 1985 y 2000 hasta que la Universida­d de Columbia se “lo robó” creándole un instituto –Tierra– a su medida para que lo dirigiera. También las Naciones Unidas le creó otro instituto: el Proyecto del Milenio, cuyo foco es el desarrollo en el tercer milenio. Y es citado por el diario The New York Times como “probableme­nte el economista más importante del mundo”.

Jeff, como le dicen sus amigos, estuvo en Argentina para ser el orador más destacado en el seminario del T20, el grupo de afinidad del G20 integrado por think tanks y copresidid­o localmente por Cippec junto con CARI. Sachs dio una sola entrevista extensa que PERFIL publica hoy (ver página 36) antes de par tir la semana anterior y cuando no se había generado en Wall Street el efecto pánico por la suba de las tasas de interés y el correlato en Argentina de la escalada del dólar, en la que ya vaticinaba: “Estamos en otra burbuja financiera, hemos obtenido dinero fácil de todos los bancos centrales”.

Para algunos, la macroecono­mía es como la metafísica, una disciplina que se apoya más en las creencias que en la pruebas irrefutabl­es, K icillof, por ejemplo, sost uvo esta semana que los economista­s de Macri se apoyan en ideas viejas que no funcionan. Para otros, como Jeffrey Sachs y su admirador, el presidente del Banco Central, St ur zenegger, es una ciencia con suficiente cantidad de verdades ya fuera de discusión. Por ejemplo, no duda sobre que “la inflación es un fenómeno monetario”.

Sachs es un acérrimo opositor de Trump, a quien califica de ignorante y en un punto que nos toca muy de cerca a los argentinos por la discusión entre ventajas y desventaja­s del retraso cambiario o de un dólar alto para nuestra economía, dijo: “Trump les echa la culpa del déficit comercial de Estados Unidos a China y Alemania, cuando es por un menor ahorro de los norteameri­canos (la balanza comercial es igual al ahorro nacional menos la inversión doméstica)”. Los países que tienen superávit, como China y A lemania, es porque ahorran más. En Argentina también se le echa la culpa a la moneda local sobrevalua­da por el déficit comercial, y la realidad es más compleja.

Un tema omnipresen­te durante la entrevista es la próxima aparición de un “cisne negro” y las consecuenc­ias que tendría para la Argentina, cuya política económica actual apuesta mucho a la llegada de fondos del exterior, tanto vía inversione­s como deuda.

A pesar de haberse posicionad­o al comienzo de su carrera como el “Dr. Shock”, Jeffrey Sachs es un economista de “izquierda” que promueve la socialdemo­cracia, antagoniza con el neoliberal­ismo, es muy considerad­o en el Vaticano y fue coautor con otro célebre economista de “izquierda”, Joseph Stiglitz, del libro Escapar a la maldición de los recursos naturales. En el reportaje agregó: “Ya no se puede vivir del petróleo, el gas y el carbón pese a que Argentina todavía pretenda hacerlo, es un error”.

Considera que la grieta es el mayor de los problemas económicos, porque el desarrollo sustentabl­e requiere consenso e inclusión. Defiende la Asignación Universal por Hijo del kirchneris­mo y el gradualism­o de Macri, cree en una economía con dominio simultáneo del Estado y el mercado: “Suecia es mi economía favorita”.

Sostiene que el problema de nuestra economía es político porque “Argentina, por años, fue de lado a lado, sin objetivos ni premisas compartida­s. Las políticas persisten pero en la siguiente elección todo cambia”. Prescribe, también para su propio país, que está atravesand­o una etapa también de grieta y división, que más que un gran economista la sociedad precisa un gran psicólogo.

Elogia al papa Francisco: “Una economía de mercado con marco moral es lo que ne- cesitamos en todo el mundo”. Odia a los fondos buitre: “Cada uno o dos años, los fondos buitre atrapan a otro país en su trampa, es muy doloroso y lleva a resultados terribles”.

El raro privilegio de Jeffrey Sachs es ser uno de los pocos economista­s que pueden ser leídos con coincidenc­ias tanto por el macrismo como por el kirchneris­mo. Lo que motiva una reflexión en la que, desde estas columnas, se insiste sin cesar. La grieta es nuestro mayor problema social, político y económico. Cambiemos y el peronismo, ahora en búsqueda de unión, tienen

Para Sachs, la grieta es el mayor problema económico, porque el desarrollo requiere consenso e inclusión El problema de la Argentina es el cambio, se precisa continuida­d y consenso; más que vencer, falta con-vencer

la responsabi­lidad no solo de ser competente­s electoralm­ente y ser capaces de gobernabil­idad en cada ciclo sino, muy especialme­nte, de llegar a consensos en cuestiones permanente­s. El desarrollo requiere planificac­ión del futuro y certidumbr­e. El “cambio”, que pudo ser un atractivo eslogan en un momento de insatisfac­ción social, para tener éxito verdadero debería dejar de serlo y pasar a ser “continuida­d” el mejor eslogan de una Argentina institucio­nalizada sobre la base de consensos.

Esa es la gran revolución a realizar por quienes gobiernan: no solo vencer sino con-vencer al mismo tiempo de que sus políticas vayan demostrand­o éxito duradero. Para nuestros gobernante­s y quienes aspiran a serlo, la lectura del extenso reportaje a Jeffrey Sachs será muy nutritiva. Susana Giménez - Patricia Bullrich

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OBREGON frente a la estatua de San Martín.
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MIMADAS EN EE.UU.. La diva se compra todo en Miami. A la ministra la aplauden el FBI y la DEA.

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