Perfil (Domingo)

Es hora de cambiar el nombre del aeropuerto de Ezeiza

- PACHO O’DONNELL*

Para el autor, el hecho de que lleve el nombre del Ministro Juan Pistarini es darle demasiada importanci­a a un personaje menor. Propone alternativ­as que a su juicio son más acordes con la historia argentina.

Un amigo me comenta: “¿Quién fue Pistarini? Un vecino de asiento, brasilero, me hizo la pregunta cuando anunciaron que iniciábamo­s el descenso hacia el Aeropuerto Ministro Pistarini. Debo confesar que no supe qué responderl­e”. Mal consolé a mi amigo diciéndole que son contados los argentinos que saben quién fue.

Juan Pistarini fue el ministro de Obras Públicas ( MOP entonces) dura nte cuya gestión se construyó el Aeropuerto Internacio­nal en Ezeiza. Personaje controver tido, sus cr íticos le achacan su participac­ión en conjuras golpistas contra el gobierno constituci­onal de Yrigoyen y, sobre todo, sus abier tas simpatías por la Alemania de los 40 que lo llevó, por ejemplo, a una estrecha amistad y sociedad comercial con Ludwig Freude, sindicado como uno de los jefes de la red de espionaje nazi en Sudamérica.

Sus defensores resaltan su energía y eficacia de gestión que lo llevó a crear la Flota Fluvial del Estado. Fue el protagonis­ta de la construcci­ón de hospitales, escuelas, centros de recreación, mucha obra pública al servicio de los sectores populares en consonanci­a con el gobierno peronista. Se le deben el complejo de Chapadmala­l y el de Embalse de Río III. Fue su compromiso político el que lo llevó a morir en prisión en 1956, en medio de investigac­iones por corrupción.

La pregunta que se impone es si no son ya suficiente­s tres cuartos de siglo para homenajear a un personaje de escasa gravitació­n en la vida argentina y si no ha llegado el momento de plantearno­s su relevo. La respuesta no puede ser menos que afirmativa.

Sería un error en nuestro caso elegir a personajes de nuestra historia imbuidos de grandes méritos y aportes patriótico­s, pero generadore­s inevitable­s de polémicas agrietante­s: Perón, Yrigoyen, Roca, Sarmiento.

Debo confesar que siento debilidad por los aeropuerto­s bautizados con nombres de personalid­ades de la cultura: Nikos Kazanta zk is en He - raklion, Jorge Amado en Bahía, Federico García Lorca en Granada, Nelson Mandela en Cabo Verde. Imagino a nuestro Aeropuerto Internacio­nal de Ezeiza con el nombre de José Hernández, Jorge Luis Borges o Astor Piazzolla, quien ya bautiza al de Mar del Plata. Sin duda estos nombres deben ser tenidos en cuenta para los aeropuerto­s nuevos o mejorados que ope- rarán con las “low-cost”.

Al cabo de estas considerac­iones llegamos a un punto inobjetabl­e, obvio, en mi criterio inevitable: nuestro Aeropuerto Internacio­nal debe llevar el nombre de nuestro héroe máximo, José de San Martín, Libertador de tres naciones. Un nombre de honestidad intachable, de coraje tan elevado como los Andes, un patr iotismo a toda prueba, un estoico acerado que sufrió la envidia de sus contemporá­neos, un estratega militar estudiado en las academias internacio­nales, un estadista de fuste que se codeó con los grandes de su época, alguien que fundó biblioteca­s y dio relieve a lo cultural.

Quien da su nombre a un aeropuerto internacio­nal es simbólicam­ente quien da la bienvenida a quienes visitan esa ciudad y por extensión a esa nación. Así lo hacen John Kennedy en Nueva York, Charles de Gaulle en París, José Martí en La Habana, Indira Gandhi en Nueva Delhi... Seamos sinceros: no es difícil elegir para ese menester entre Pistarini y San Martín…

De esa manera se le rendirá a nuestro Libertador un homenaje similar al del otro Libertador, Simón Bolívar, al que Venezuela celebra dando su nombre al aeropuerto más importante, el Internacio­nal de Maiquetía. Cuando alguien vuelva a preguntar a mi amigo el porqué del nombre de nuestro principal aeropuerto podrá responderl­e, con mayor o menor informació­n, pero segurament­e con orgullo. Un gran argentino. A quien deberíamos parecernos. Intentarlo al menos…

sus críticos le achacan su participac­ión en conjuras golpistas contra el gobierno constituci­onal de Yrigoyen y simpatías nazis sus defensores resaltan su energía y eficacia de gestión que lo llevó a crear la Flota Fluvial del estado. Fue clave en la construcci­ón de hospitales

*Historiado­r.

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CEDOC PERFIL INTERNACIO­NAL. Un aeropuerto es también una puerta de entrada a un país. Su nombre tiene un valor simbólico para el recién llegado
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