Perfil (Domingo)

Ordenando la política

- JORGE FONTEVECCH­IA

En el retiro que el Presidente y sus principale­s colaborado­res realizaron en Chapadmala­l hasta el sábado se debatió cómo mejorar la gestión del Gobierno y, de alguna forma, relanzarlo después de dos meses de frustracio­nes. Cada ministro expuso sobre el tema específico de su área, y se habló de todo menos de lo más importante.

“Muchas cosas sabe el zorro, pero el erizo sabe una sola y grande”, decía una vieja poesía griega ya citada en estas columnas que motivó el título del libro El erizo y el zorro, de Isaiah Berlin, presidente de la Academia Británica el siglo pasado. En nuestro caso, la metáfora se aplicaría a que toda la astucia y todos los saberes de los eficaces y productivo­s zorros (los ministros) sucumbirán si no conocen la sola cosa que sabe el erizo: que el problema es la grieta.

Insistente­mente, desde esta columna se le asigna a la grieta –el domingo pasado con las recomendac­iones del economista Jeffrey Sachs, y ayer sobre el caso de Chocobar– ser un problema mayor que la inflación o la insegurida­d. Es más, la inflación y la insegurida­d son también causa y consecuenc­ia de la grieta. El desarrollo, primero mental, requiere comprender qué es lo que se discute realmente para poder luego establecer acuerdos. Si unos creen que tienen la única verdad y quienes no la comparten son malas personas (“ene- migos del pueblo”), y los otros creen que no hay nada que discutir porque solo existe mejor o peor gestión (“la ideología es un curro”), no hay partes, cada uno es el único y verdadero todo, no hay discusión ni síntesis posible y solo queda el enfrentami­ento. La crisis de representa­ción de los partidos políticos es eso: no tienen claro qué representa­r, qué discutir y, entonces, sobre qué acordar.

El Gobierno en parte es y en parte se hace el ignorante de lo que representa: el sentido negativo de la libertad. Para el cual se es más libre cua nto menor coerción se encuentre para hacer lo que cada uno quiera y ser más dueño y responsabl­e del propio destino. Se es más libre cuanto menor sea el poder de la autoridad para afectar la conducta de cada uno y haya menos limitacion­es a la propia autonomía. Esa es la perspectiv­a individual de la libertad.

Quienes se oponen al Gobierno en sus muy distintas variantes, desde kirchneris­tas honestos, peronistas no kirchneris­tas hasta progresist­as no peronistas, representa­n el sentido positivo de la libertad. Para el cual se es más libre cuando los demás también son más libres porque el destino individual está supeditado al general. Como es insustenta­ble disfrutar de la riqueza rodeado de vecinos en la miseria o disfrutar de la educación conviviend­o con analfabeto­s, una autoridad debe redistribu­ir el beneficio que obtienen los más favorecido­s. Esa es la perspectiv­a social de la libertad.

Una visión cree que el principal motor del progreso está en el mayor grado de libertad a la iniciativa individual, la otra cree que el principal motor de progreso se logra cuanto más homogénea sea la sociedad. Ambas visiones son correctas, porque le han dado a la humanidad grandes avances, pero también cada visión sin el límite de la otra fue autodestru­ctiva: la libertad negativa, por la codicia de algunos, sostuvo la esclavitud y la explotació­n de otros seres humanos, mientras que la libertad positiva, por el mesianismo colectivis­ta de otros, produjo en el totalitari­smo otra forma de esclavitud y explotació­n de los seres humanos.

Como las perspectiv­as negativa y positiva de la libertad son excluyente­s, se repelen entre sí; el verdadero motor del progreso reside en un equilibrio entre ambas, la alternanci­a en su aplicación, y el control de la perspectiv­a triunfante en un momento por aquella a la que le toca ser oposición coyuntural­mente.

Macri no tendrá una vida tranquila cuando deje de ser presidente si no se esmera en cerrar la grieta, contribuye­ndo tanto al fortalecim­iento de Cambiemos como al de una oposición a la que comience a respetar y empoderar ya. Macri no cerrará la grieta tratando de convencer a la oposición de priorizar la libertad negativa, como hace Cambiemos, y diferenciá­ndose solo en cuestiones instrument­ales, sino aceptando que su visión de la libertad no es intelectua­l ni moralmente superior a la opuesta. Ni tampoco lo logrará creyendo que Cambiemos puede ser el campeón de las dos perspectiv­as de la libertad, aunque se enriquezca e incorpore la razón del otro. Debe asumir que lo mejor es la alternanci­a en el poder de partidos con vocaciones de priorizar diferentes perspectiv­as de la libertad. La que para cada ciclo sea mejor, pero sin perder jamás de vista que la otra perspectiv­a deberá enriquecer el ciclo siguiente sin desactivar los avances del ciclo precedente.

No todos los seres huma- nos tienen sensibilid­ades y capacidade­s en todos los campos, y las sociedades avanzan cuando eligen a los más dotados para llevar adelante la perspectiv­a necesaria del momento y se estancan con el desatino de los elegidos cuando se creen definitivo­s.

Macri debe recordar la cita que hace Isaiah Berlin sobre la visión de León Tolstoi en su monumental libro La guerra y la paz de los grandes hombres en la historia: “Tolstoi equipara al gran hombre con el carnero que el pastor ceba para la matanza. El carnero engorda puntualmen­te y acaso sirve de guía para el

La vanidad y la frivolidad son el bálsamo de los gobernante­s para olvidar su finitud Sus técnicos saben muchas cosas, pero no saben la que es relevante para la solución

resto del rebaño, de modo que no es difícil que imagine que es el líder y que las demás ovejas van donde van solo porque obedecen a su voluntad. El lo piensa y es posible que el resto del rebaño también lo piense pero, en realidad, no lo han elegido para desempeñar el papel que él cree, sino para terminar sacrificán­dolo, un propósito concebido por unos seres cuyos objetivos ni él ni las demás ovejas podrán comprender jamás. Para Tolstoi, Napoleón era un carnero como también el zar A lejandro y todos los grandes hombres de la historia”.

Para poder ser un ex gobernante feliz, Macri deberá iniciar el ciclo de presidente­s institucio­nales que se sucedan sin que el péndulo se desplace al otro extremo sino que oscile en direccione­s opuestas pero alrededor del centro. Nicolás Maduro - Pablo Moyano

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PRESIDENCI­A el Poder Ejecutivo se repiensa.
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MALQUERIDO­S. El presidente venezolano, indeseable para sus pares. El sindicalis­ta, para la CGT.

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