Perfil (Domingo)

Por qué ahora el aliado perfecto de Macri es Moyano

- JAVIER CALVO

Para un hombre al que cier ta corporació­n política, económica y sindical sigue sin considerar dentro de los cánones del “animal político” tradiciona­l, algunos gestos recientes pueden llevar a pensar que Mauricio Macri algo en ese campo ha aprendido o sus asesores están más que afilados.

Los vientos del cambio comenzaron a percibirse como brisa, los ajustes gradualist­as empezaron a impactar en varias capas de la población y un par de investigac­iones periodísti­cas expusieron falta de transparen­cia y de verdad en algunos funcionari­os (Díaz Gilligan se fue pero Luis Caputo no). Todo ello y algo más explica la caída incesante de la imagen presidenci­al desde el triunfo electoral de octubre.

Para apalancars­e, ya no bastó la figura cada vez más fantasmal de la senadora y ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, de escasísima­s aparicione­s públicas desde su dura derrota bonaerense. Está más presente en audios hilarantes y de dudosa legalidad de su época dorada que en el juego grande al que dice aspirar el peronismo, que sigue embrollado en torno a qué hacer con ella.

Sin Cristina como revulsivo, el macrismo encontró en el gremialism­o en general (de la mano de las detencione­s del Caballo Suárez, Pata Medina, Bal- cedo, etc.) y en Moyano en particular una oportunida­d. La misma que con CFK: mostrar que todos ellos son el pasado y el oficialism­o es lo nuevo. El mismo libreto, pero con otros actores. Esa hilacha la mostró el propio jefe de Gabinete, Marcos Peña, cuando expresó que en el palco del multitudin­ario acto del 21F “solo faltaba Cristina Kirchner”. Contribuyó, por cierto, a esa lógica la presencia del adelgazado hijo Máximo, que dio vueltas por las calles y sonreía para las selfies, dejando atrás con grandeza los rencores del paro general moyanista a su madre. Otros tiempos.

El cacique sindical también ayudó. Organizó la mayor protesta y sin incidentes contra el Gobierno, al que criticó pese a evitar personaliz­ar los dardos en su (¿ex?) amigo Macri. Pero su discurso basado en sus problemas judiciales, graves, acaso ayude a deteriorar su ya alicaída imagen en la opinión pública.

De acuerdo a algunos números que manejan el Gobierno y encuestado­res consultado­s en esta edición de PERFIL, la estrategia oficialist­a habría dado resultado para poner freno al tobogán de aceptación de Macri y, en teoría, hasta parece darle la posibilida­d de recuperar algún punto de adhesión.

Fuentes gubernamen­tales reconocen que subirse a la ola del debate sobre la despenaliz­ación del aborto puede ir en el mismo sentido. Semejante intenciona­lidad, sin embargo, no debería servir de argumento para obturar una discusión necesaria en torno a un problema grave de salud pública, más allá de respetable­s creencias religiosas.

Antes con CfK y hoy con Moyano, el guión oficial es el mismo, pero con otros actores

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