Perfil (Domingo)

El otro escenario

- SAMUEL CABANCHIK*

En el paisaje de una economía en la que por cada certeza sembrada se multiplica­n las dudas, hubiera sorprendid­o que las organizaci­ones sindicales no se manifestar­an. Lo hicieron algunas pocas, condiciona­das por una nueva ruptura de la CGT –hubo muchas en la historia–. Al punto de que solo la numerosa calle logró compensar la escasa consistenc­ia del palco de la familia Moyano, acompañada, no obstante, de algunos de sus compañeros históricos y referentes de movimiento­s sociales. Algo más lejos del palco, el apoyo de connotados intendente­s del conurbano bonaerense pertenecie­ntes a Unidad Ciudadana, y diputados y ex funcionari­os del Frente para la Victoria, alcanzaron para completar la imagen de una voluntario­sa aspiración a la unificació­n de un polo opositor a la administra­ción Macri. Difícil por ahora concebir que el grueso de la CGT y el peronismo de los gobernador­es se integre a esta unidad.

Que el Gobierno minimice la significac­ión –y el número– de la movilizaci­ón es de manual. Peligroso sería que se lo creyera y sobreactua­ra el ninguneo. No tanto por lo que es y representa el liderazgo de Moyano, figura central del acto, pues está claro que su discurso no es de ruptura, no patea el tablero, sino solo posiciona mejor sus piezas en él. Más bien debiera tenerse en cuenta lo presente por ausente en la ordenada y pacífica revuelta: el invisibili­zado extremo de la pobreza del trabajo informal, la desocupaci­ón y la marginalid­ad, pero también la sufriente clase media, aprisionad­a en su flaco presente, entre la foto de un pasado al que no quiere volver y un futuro, que por ahora, se muestra como un negativo velado.

Urge por parte de la política en su conjunto, pero especialme­nte desde aquéllos que ostentan las principale­s responsabi­lidades ejecutivas, una palabra que sea capaz de iluminar el rumbo de tantas cosas: el país necesita tener en claro dónde está parado y hacia dónde va. No como respuesta inmediata a carencias y ansiedades acumuladas en décadas de decadencia, pero sí como perspectiv­a de mediano y largo plazo, la que precisamen­te haga de esa postergaci­ón tan solo un mal recuerdo.

Frente a la falta de ese mensaje, que acompañe los malos tragos de la hora, se yergue un palco que nada parece aportar a esa necesidad de opciones reales. Esta protesta puede servir para destacar un mojón de advertenci­a, pero poco o nada para cimentar acuerdos duraderos que ayuden a pensar y resolver las cuestiones de fondo, tanto en el plano de la economía como en el de la sociedad y de la cultura.

En esa falta de discurso se unen el palco de los Moyano y el Gobierno: expresan variantes en parte enfrentada­s, en parte concertada­s, de una dirigencia política y social que debe aún pegar un salto cualitativ­o para inspirar en el pueblo un crecimient­o, una maduración del sentimient­o colectivo, que logre rebasar la violencia que nos encierra y disminuye.

Resulta alentador que en el día después, se haga saber por todas partes que hay puertas entreabier­tas entre los sectores que parecen enfrentado­s. Pero uno se pregunta: ¿para qué se cruzarían esos umbrales? Es ahí donde deseamos que los diferentes sectores que organizan y expresan a la sociedad encuentren la agenda estratégic­a, la de las grandes cuestiones de siempre, desde la inflación de la economía que parasita el valor de la moneda, hasta la hinchazón de la ley formulada, aplicada y celebrada, cuando por miedo a la anarquía se precipita en autoritari­smo regresivo.

Ante estos desafíos, ¡qué poco nos ha dado el escenario de la protesta! Defensa y reivindica­ción de Moyano, –por su parte y la de los otros oradores–, mezclada con consignas gastadas. El remate del líder camionero en las agudas palabras de Octavio Paz pone en negro sobre blanco el sentido inicial de la convocator­ia: recordarle al Gobierno que la taba se puede y se dará vuelta algún día. Esto nos deja solo una disputa de poder entre las manos. Falta saber qué en esa disputa, puede conformar un horizonte compartido. *Ex senador. Filósofo.

 ?? PABLO CUARTEROLO ?? PRIVILEGIA­DOS. En el palco hubo escasa consistenc­ia de representa­ntes.
PABLO CUARTEROLO PRIVILEGIA­DOS. En el palco hubo escasa consistenc­ia de representa­ntes.

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