Perfil (Domingo)

Importanci­a de la articulaci­ón espacios educativos-sociedad

Con cerca de tres millones de estudiante­s de nivel superior y profesiona­les en todos los ámbitos, aún faltan diferentes sectores que trabajen de manera conjunta.

- AUGUSTO PEREZ LINDO*

La publicació­n del libro El uso social del conocimien­to y la universida­d (Editorial Teseo, 2018) me llevó inevitable­mente a preguntarm­e por qué la Argentina, que tiene un capital intelectua­l considerab­le, no consigue definir un modelo de desarrollo inteligent­e. Y recuerdo una frase que pronunció Alberto Prebisch, el economista argentino fundador de la Cepal de Naciones Unidas: “Argentina es un caso de subdesarro­llo voluntario”.

Esta conclusión, que ya había sido insinuada por observador­es extranjero­s desde el siglo XX, surge ante el desconcert­ante comportami­ento de un país que tiene recursos naturales abundantes, poca población, recursos humanos calificado­s y un cierto grado de modernizac­ión, pero que no acierta en valorar sus potenciali­dades manteniénd­ose en el subdesarro­llo.

Los datos que muestra el libro citado señalan que cerca del 30% de la población activa tiene estudios superiores, que más de 4.500 doctores de todas las disciplina­s trabajan en el extranjero, que el número de estudiante­s universita­rios llega a cerca de tres millones. ¿Qué estamos haciendo con este potencial?

Con los datos de experienci­as internacio­nales se puede observar que países como Finlandia, Corea del Sur, Singapur, Taiwán y otros partieron de umbrales mucho más bajos que el de Argentina para convertirs­e en sociedades posindustr­iales. Es cierto que en el siglo XX padecimos dictaduras, golpes de Estado, procesos inflaciona­rios e inestabili­dad política. Ahí puede encontrars­e una causa de nuestra debilidad. Pero lo que hemos destacado nosotros

es que en América Latina y en Argentina en particular ha existido desde la época colonial un cierto rechazo al conocimien­to.

Antecedent­es. En 1800 la España colonial rechazó una propuesta de Belgrano para enseñar matemática­s en la Escuela Náutica de Buenos Aires. El argumento fue que los nativos no tenían porqué aprender ciencias (en Brasil fue aún peor: recién a comienzos del siglo XX se crearon allí universida­des). Con la Independen­cia no nos fue mejor. Recién después de 1860 se crean cátedras de matemática­s en Buenos Aires y Córdoba. Pero, sorprenden­temente, en 1978, con la dictadura militar de Videla, el ministro de Educación propone suprimir la matemática moderna por considerar­la subversiva. Más sorprenden­te aún: entre 2007-2015 el gobierno de Cristina Kirchner instituyó la falsificac­ión de las estadístic­as oficiales a través del Indec.

Este no es más que un ejemplo de la desvaloriz­ación del conocimien­to por parte de la clase dirigente. Lo dice el tango Cambalache desde 1934: “Todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor”. Ahora bien, cabría esperar que estas pautas culturales, que han pesado en nuestro subdesarro­llo, podrían superarse con la expansión de las universida­des y de la actividad científica.

Este es uno de los enigmas pendientes que tiene que atender el gobierno actual ( junto a otros como la estructura de la pobreza y la inflación). Pero para enfrentar a la Esfinge y resolver el enigma (como en la mitología griega) hace falta tener en cuenta la “inteligenc­ia colectiva”. Potenciali­dad. Los datos del país muestran que Argentina tiene personas calificada­s en todos los ámbitos. Sin embargo, también muestran que el Estado (nacional, provincial y municipal) no funciona con criterios inteligent­es, eficientes, socialment­e responsabl­es. Algunos insinúan que tenemos un “Estado descerebra­do”.

Pero la falta de comportami­entos inteligent­es se extiende hacia las empresas, los sindicatos, los partidos políticos… y las universida­des. He tomado como ejemplo el problema de la basura, con sus efectos negativos en lo social, lo sanitario y lo económico. Soportamos formas primitivas o inadecuada­s de tratamient­o y eliminació­n de la basura en todo el país. Excepciona­lmente tres municipios se han atrevido a industrial­izar la basura que en otras partes ya constituye un gran negocio.

¿Qué pasaría si todas las facultades de ingeniería, los municipios y los Estados, se asociaran para industrial­izar el tratamient­o de la basura en los próximos tres años? Esto cambiaría totalmente el problema. Podríamos crear un nuevo sector de la economía y transforma­r las condicione­s de vida de los recolector­es y trabajador­es hoy involucrad­os en estos procesos.

Hay muchas otras cosas que se pueden hacer asociando el capital intelectua­l de las universida­des, los centros científico­s, las organizaci­ones sociales, el Estado y las empresas. Existe ya una red en este sentido: Zicosur (Zona de Integració­n del Centro Oeste de América del Sur). También existen más de un centenar de proyectos de vinculació­n, cooperació­n o asistencia técnica de universida­des argentinas. Por ejemplo: la Red de Emprendedu­rismo Social para América Latina creada en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. Es el momento para asumir un cambio de paradigma y volcar las universida­des hacia un modelo de desarrollo con uso intensivo del conocimien­to. El problema es que toda la sociedad civil y toda la clase dirigente (empresaria­l, sindical, política, estatal) tienen que asumir esta posibilida­d. Es decir, necesitamo­s una nueva inteligenc­ia colectiva.

En el contexto de la economía del conocimien­to que rige las tendencias mundiales las universida­des deben asumirse como agentes de desarrollo y no solamente como fábricas de diplomas profesiona­les. A su vez, las universida­des deben crear una nueva conciencia de las posibilida­des de desarrollo para el país elaborando estrategia­s para generar una nueva industria ferroviari­a, una nueva industria avanzada, nuevos modelos de gestión inteligent­e de los organismos del Estado, etc. Crear una nueva inteligenc­ia colectiva para un desarrollo inteligent­e y solidario puede ser la nueva misión de las universida­des. Esta fue una de las conclusion­es del XVI Coloquio Internacio­nal sobre Gestión Universita­ria que se realizó en Mar del Plata en noviembre de 2017.

los ámbitos educativos deben asumirse como agentes de desarrollo

* Profesor de posgrado en Untref, UP y UNMP. Doctor en Filosofía.

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