Perfil (Domingo)

Rey, león y kirchneris­ta

- P.H.

para esta aplicación el ADN mitocondri­al es espectacul­ar: este tipo de ADN se encuentra dentro de la estructura celular llamada ‘‘mitocondri­a” que se hereda sólo por vía materna. Es decir que nuestro ADN mitocondri­al lo heredamos únicamente de nuestra madre, que a su vez lo heredó de su madre, que a su vez lo heredó de su madre, que a su vez lo heredó de su madre, como en una matrioshka larguísima. En caso de contar con el ADN mitocondri­al de la abuela materna, la identifica­ción de un nieto debía ser sencilla.

Así se desarrolló el ‘‘Indice de Abuelidad”, que tenía en cuenta la falta de muestras de los padres y se basaba en la comparació­n con regiones del ADN de la potencial abuela (y Apenas se iniciara el conflicto en el Conicet la discusión sobre la relevancia de las investigac­iones, especialme­nte en materia de Ciencias Sociales, llegó a las redes. La discusión pública se centró en cuáles son o deberían ser los temas que traten los científico­s que reciben dineros del Estado para hacerlo. Parte de la crítica parece basarse en cuál es el rol de la investicac­ión social, su importanci­a por sobre las ciencias duras. Un caso paradigmát­ico es la investigac­ión sobre la película El Rey León, realizada por la doctora en Ciencias Sociales y Magíster en Sociología, Alejandra Martínez. Basta con revisar Twitter los últimos días para encontrars­e con cierta lectura pública de la cuestión. En la cuenta @brasesco se puede ver un artículo sobre ‘‘Las veinte peores investigac­iones científica­s del Conicet. Algo que se refuerza, por ejemplo, desde la cuenta @alberdiano­arg: ‘‘En el Conicet deberían dejar de estudiar al Rey León y deberían estudiar un poco más sobre República y Civismo, así entendería­n que el ciudadano puede opinar y pedir explicacio­nes sobre las actividade­s que financia”. Es solo un ejemplo, de una larga lista de tuits sobre el tema. Y una vez más, de cómo la grieta hace que se baje el nivel de las discusione­s. Evidenteme­nte, pueden discutirse criterios, objetivos, sistemas de referato en torno a lo que debe o no investigar un científico –de las disciplina­s duras o de las disciplina­s sociales–, pero lo que no resulta saludable es quedarse en la simplifica­ción o el eslógan. Tal como queda planteado en el artículo, siempre, detrás de los científico­s, se encuentra la financiaci­ón de su actividad. Y para garantizar transparen­cia, la clave está en evitar simplismos al discutir el tema. que haya espacio para temas libres o fuera de toda agenda? ¿Vamos a dejar que todo esto lo decida ‘‘la mano invisible del Mercado” o estamos a favor de que el Estado regule? Y en ese caso ¿cómo vamos a construir la agenda para que se defiendan los intereses de todos? Porque eso queremos, ¿no?

Bonus:

Hace un tiempito tuvimos la oportunida­d de charlar largo y tendido con A lber to Kornblihtt sobre algunos de estos temas: https://www.youtube. com/watch?v=qkLwziosZ6­s *Licenciada en Biología, tesista doctoral Conicet. Este artículo fue publicado originalme­nte en https://elgatoylac­aja.com.ar

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ABUELAS. Gracias a su reclamo, se llegó a importante­s descubrimi­entos en el campo de la genética. Derecha, el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Lino Barañao.

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