La muerte del piropo
La unánime condena a la violencia de género, al acoso y al femicidio que se manifestó en recientes debates en la televisión también fue acompañada de un rotundo rechazo por parte de grupos ultrafeministas a cualquier gesto de galantería por parte del hombre hacia la mujer. Esta corriente de opinión probablemente sea la sentencia de muerte al piropo, que quedará como un recuerdo del pasado.
Hasta ahora el piropo se consideraba una manifestación de admiración por la belleza femenina y fue reflejado en innumerables canciones, poesías y películas. La milonga Silueta porteña se refiere a ellos cuando dice: “Y los piropos que te dicen los muchachos, como florcitas que a tu paso te ofrecieran”, La letra de Malagueña se inicia con un piropo (“¡Qué bonitos ojos tienes debajo de esas dos cejas!”). La canción A Guy is a Guy que cantaba Doris Day describía cómo un muchacho la cortejaba siguiéndola por la calle y lo justificaba diciendo que así son los hombres.
I l sor p a s so, con Vittorio Gassman es tal vez la película donde más abundan los piropos para tratar de conquistar mujeres. Gassman hasta piropea a su propia hija cuando no la reconoce por llevar una peluca. Los jóvenes viejos de Rodolfo Kuhn refleja el piropo en un estilo moderno. Los tres jóvenes del título en la escena inicial abordan a tres chicas por la calle y consiguen llevarlas a bailar a una boîte de Olivos. En Mar del Plata hacen lo mismo con otras, y eso los conduce a una relación más estable. Los piropos culminan en la seducción.
El piropo fastidioso se da en New York, New York cuando Robert De Niro aborda a Liza Minnelli mientras ella está esperando a un amigo sentada en un bar.
También hay ejemplos de piropos nunca manifestados: la canción Puerto Pollensa de Marilina Ross (...Y no me animé a decirte nada) y el poema Cobardía de Amado Nervo (“Cerrando los ojos, la dejé pasar”).
El humorista Juan Verdaguer dijo alguna vez: “En la mujer es más importante la cultura que la belleza física. Sin embargo, yo nunca vi que una mujer pasara por la calle y un tipo le dijera: ¡Qué lindo intelecto!” Aún así, hace poco en el subte oí decir un piropo desde la perspectiva intelectual: una chica tenía varias frases visibles tatuadas en su cuerpo y un muchacho le dijo: “¡Qué ganas de leer toda la noche!”