Una estética perdida
Jorge Acha. Una eztetyka sudaka Autores: Gustavo Bernstein, Juan Pablo Bertazza, María Alba Bovisio, Luciana Caresani, Ezequiel Iván Duarte, Magalí Mariano y otros Género: ensayo Editorial: Itaca, $ 240
Para reflexionar en torno a la obra cinematográfica de Jorge Acha es imprescindible que el lector acceda a ella a través de internet: Hábeas corpus,
Standard y Mburucuyá se encuentran disponibles en YouTube. Eso sí, deberá tomar los recaudos respecto a la densidad de cierta escenificación de lo pobre, en un formato mudo pero de sonido asincrónico, con desprolijidad y desentendimiento hacia las normas tradicionales del cine industrial, vale decir, tenga paciencia. Si en El Fiord, Osvaldo Lamborghini anunciaba el festín violento del monstruo por venir, el mero terror, Acha va por sus secuelas, lo que quedó como estética social luego del genocidio. Este antirrealismo, que tributa tanto a Bo y a su diosa láctea Sarli como a la improvisación y ruptura de las formas en la televisión por parte de Olmedo, es también una expresión del anticine. ¿Qué queda luego del saqueo de toda riqueza (la vida misma), sino una simulación mísera?
De todos los ensayos de este libro, que subrayan y debaten entre sí semejante intento estético, con el que más se discute es Mburucuyá o los artificios de la representación, de María Alba Bovisio y Marta Penhos. Allí se analizan las referencias pictóricas, políticas, sociales, cinematográficas: incluso se puede agregar cierto toque místico indigenista sobre el monstruo invisible de la selva, el dios vengativo, que aparece en Predator. Y aquí se plantean algunas dudas, por ejemplo, la obra de Acha es más una maqueta que una construcción, de tan precaria puede pensarse que atenta contra su propia justificación al ser visualizada, como una literatura sin gramática ni sentido, para no ser leída. Tal vez por esto no hizo escuela y quedó como expresión trunca.