El acuerdo Ue-Mercosur entra en zona roja por los tiempos de Brasil
No hay plazos, aunque los tiempos corren. Y el acuerdo Unión Europea-Mercosur parece entrar en una sinuosa zona roja medida por los tiempos de las próximas presidenciales brasileñas de octubre.
Los negociadores argentinos lo saben y apuran a las contrapartes para alcanzar definiciones ante el riesgo de caer en un nuevo letargo. En la mira está la posibilidad de firmar el acuerdo político lo antes posible y ganar hasta seis meses de tiempo para limar los detalles del tratado final.
Culminada la ronda con los negociadores europeos en su tierra, esta semana las discusiones se trasladaron a Asunción. Desde Buenos Aires, el secretario de Comercio de la Nación, Miguel Braun, siguió el pulso vía Whatsapp con el enviado argentino, el Subsecretario de Comercio Exterior, Shunko Rojas.
Según explicaron a PERFIL fuentes del ministerio, los brasileños traban el avance con una celosa defensa de sus automotores. Mientras que los europeos exigen que haya un 45% de componentes locales, en Brasil partieron de un 10% para llevarlo hasta el 25%. Además, persisten en su reclamo para mejorar la oferta en torno al azúcar y el bioetanol, dos rubros en los que su producción colisiona con la europea. No obstante ello, su actitud se habría vuelto mucho más proactiva en las últimas rondas.
Del otro lado, la mayor resistencia persiste en cuánto abre Europa su puerta agroindustrial. Es sabido que fue el campo de aquel lado del Atlántico el que enfrió las conversaciones a fines del año pasado, cuando los negociadores argentinos se entusiasmaban con mostrar la foto en medio de la 11º Conferencia Ministerial de la OMC, en Buenos Aires.
En este aspecto, sin embargo, las presiones van en ambos sentidos, porque también el gobierno argentino ha acusado recibo por parte de las economías regionales, los productores olivícolas y el sector lácteo.
En paralelo, persisten otras diferencias en torno a las llamadas indicaciones geográficas y la propiedad intelectual aunque los negociadores se muestran más optimistas en estos items.
Los brasileños pretenden una celosa defensa de sus autos, el azúcar y el bioetanol.