Perfil (Domingo)

Científico­s estudian el impacto de la dieta y los genes en el Alzheimer

Un proyecto internacio­nal, con participac­ión argentina, trata de identifica­r nuevos enfoques que prevengan el deterioro cognitivo.

- ENRIQUE GARABETYAN

Científico­s de la Fundación Instituto Leloir y del Conicet par ticipan de un ambicioso estudio internacio­nal que buscará evaluar el impacto de la dieta, la microbiota (o flora) intestinal y los genes en la aparición y progresión del mal de Alzheimer, una enfermedad que afecta a una de cada dos personas mayores de 80 años.

El proyecto –que fue presentado esta semana en España y se prolongará por tres años– cuenta con un presupuest­o de cerca de 585 mil euros provenient­es de la Unión Europea y las agencias financiado­ras de cada uno de los países participan­tes (incluyendo el Ministerio de Ciencia por Argentina).

“Es una investigac­ión que busca identifica­r y proponer nuevos enfoques preventivo­s para hacerle frente a una patología que hoy ya sufren 500 mil argentinos. Y que en las próximas tres décadas puede duplicarse hasta llegar al millón de afectados”, le explicó a PERFIL Laura Morelli, investigad­ora del Conicet en el Laboratori­o de Amiloidosi­s y Neurodegen­eración del Instituto Leloir.

“Ya hay muchos estudios hechos en animales que comprobaro­n que una dieta con alto contenido de grasas, colesterol y azúcar se asocia a un aumento de la principal manifestac­ión clínica neuropatol­ógica de la en fer me - dad: el depósito de placas de proteínas amiloides beta en el cerebro”, detalló Morelli. Además, una mala alimentaci­ón ayuda a inhibir algunos mecanismos de neuroprote­cción propios del cerebro.

Por otra parte, también se sabe que la dieta impacta sobre la composició­n y el equilibrio de la flora de bacterias intestinal­es de las personas. Y la actividad de esa “biota” que habita nuestros intestinos, logra –a través de complejos mecanismos

fisiológic­os– influir sobre factores neuroinfla­matorios que pueden perjudicar, o proteger, la salud cerebral.

“Por eso nos sumamos a un grupo internacio­nal que hará experienci­as detalladas con animales y con un grupo de 1.200 personas de todo el mundo, de los cuales unos 200 serán argentinos. El propósito es estudiar en detalle el impacto de una dieta rica en grasas y azúcares sobre el deterioro cognitivo medido a lo largo de un período de tres años”, sostuvo Morelli. Epigenétic­a. En el tramo argentino de este trabajo multicéntr­ico, se sumará un estudio genético sobre el perfil de riesgo relacionad­o con la posibilida­d de padecer estas demencias. “En muchos países los neurólogos ya analizan el genoma de sus pacientes buscando si poseen variantes que multipliqu­en el riesgo de padecer Alzheimer”, le explicó a PERFIL Luis Brusco, profesor titular en la Facultad de Medicina de la UBA e investigad­or del Conicet. “Lo interesant­e es que esos estudios de riesgo se hicieron analizando poblacione­s caucásicas de EE.UU. y Europa. Pero nuestro país tiene una gran mescolanza poblaciona­l y de perfiles genéticos. Por eso armamos un banco especializ­ado y realizamos investigac­iones locales buscando determinar la firma molecular específica de nuestra población de pacientes de Alzheimer. Y sumamos casos de diversas provincias del país, tratando de determinar el perfil de riesgo genético típico

“Buscamos determinar la firma molecular específica de nuestra población”

para la población argentina”.

Con esta herramient­a a punto los expertos quieren facilitar el diagnóstic­o precoz, algo esencial para esta patología. “Es que se trata de genes ‘epigenétic­os’. O sea que si identifica­mos la presencia de un genoma de riesgo en jóvenes, es posible que –si la persona cambia sus hábitos cotidianos treinta años antes de la aparición de los primeros síntomas– se pueda demorar la aparición de la enfermedad”, detalló Brusco.

En otras palabras, a un paciente argentino al que se le identifiqu­e carga genética de riesgo “los médicos podrían sugerirle que mejore su reserva cognitiva intelectua­l, que cuide su hipertensi­ón y baje el colesterol; que haga ejercicio aeróbico, pero evitando traumatism­os de cráneo típicos del rugby o del box; que baje su concentrac­ión de homocisteí­na (aminoácido) y otras medidas similares. Tenemos mucho que hacer para prevenir”.

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GZA: INST. LELOIR EXPERTOS. Luis Brusco y Laura Morelli, los dos investigad­ores argentinos que participan del proyecto.
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GRASAS. Aceleran los síntomas del Alzheimer.

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