FANATISMO
el siglo XXI, la educación mostrada en sus múltiples conflictos provinciales y locales pareciera que ha pasado a ser accesoria en lugar de ser prioritaria, pese a que Domingo Faustino Sarmiento asegurara que donde hay un alumno debe haber un maestro y que cuando se cierra una escuela se abre una cárcel, pero aquí y ahora parece ser considerada un gasto y no una inversión a futuro. Fernando Miranda mirandafernando2@gmail. com El asunto empezó con un tufillo perverso al designar como interventor en la AFA a Armando Pérez –presidente de Belgrano de Córdoba, que despachó a River a la B– y al abogado de Boca como su asesor. En las definitorias del último torneo se mostró con Angelici y Barros Schelotto en una inauguración, y con el DT almorzó el día anterior al partido con River, en claros mensajes a los árbitros. Su fanatismo “azul y oro” ignoró las escuchas de Angelici –su hombre para asuntos delicados– cuando acordaba ilegalmente con Mitjans –colegiado disciplinario de Boca en la AFA– cómo bajar la sanción a un jugador xeneize. A pesar de tal corrupción, los implicados –con su venia– están en la cúspide de la AFA junto a otro boquense: Tapia. Luego de los arbitrajes que “casualmente” dañaron a sus archienemigos San Lorenzo y River, redobló la apuesta con el DT de Boca en la Casa Rosada: sombrío aviso mafioso de que puede ser peor. Esa enfermiza desviación de poder le impidió medir las consecuencias de esta pasión argentina, que justo se mezcló con las felonías de Triaca, Caputo y el desplazado menor Gilligan, lo que hizo recordar a las groserías kirchneristas. Tinelli señaló el estratégico tablero funcional, y las parcialidades indignadas cantaron agravios en su contra, que