Un ingeniero que está preso por narco puso su casamiento como coartada
Alexander chikalo es un profesional ruso nacionalizado argentino. está detenido, acusado de ser uno de los encargados de la logística en el envío de la cocaína. su insólita defensa.
Una pastilla de inodoro de color azul, mojada y abandonada en uno de los extremos, era la responsable del apestoso olor que emanaba de la valija abierta sobre la mesa de la Unidad Antidrogas de Gendarmería, en la madrugada del 14 de diciembre de 2016. No era el único aroma que rodeaba a los 360 paquetes de cocaína que habían sido embalados en 12 coloridas maletas: también se podía percibir el picante y otras especias, destinadas a confundir el olfato de los perros que controlan el equipaje en el aeropuerto de Ezeiza.
Mencionar esa particularidad fue el desliz que dejó en evidencia al ingeniero Alexander Chikalo. Al menos, así lo consideró el juez Julián Ercolini que, a pedido de los fiscales Eduardo Taiano y Diego Iglesias, de la Procunar, rechazó la excarcelación presentada esta semana por su abogada.
La defensora de Chikalo, además, apeló la decisión con una curiosa estrategia: aseguró que las valijas –cuyo contenido fue reemplazado por harina y que viajaron a Rusia con la modalidad de entrega vigilada– “se las habían dado para llevar cosas para su boda, que se realizaría en ese país”, indicó una fuente de la causa a PERFIL. Algo difícil de creer si se repasan las escuchas.
“¿Te acordás cuando él me dejó esas cinco valijas, ahí en dos de las valijas había un producto para limpiar inodoros, tipo las que se venden, y tienen un olor no sabés qué apestoso, y en cada valija había de a dos de esos discos abiertos, para que los perros no puedan sentir el olor”, le dice el ingeniero a Iván Blizniouk, el policía porteño también detenido en la causa, en una charla telefónica registrada el 11 de octubre de 2017.
“Puede ser que sea para esas pieles. O puede ser coca. Pero lo importante es que dejaban esa basura para que los perros no lo puedan sentir. Porque no sabes cómo apestaba”, remarca Chikalo. “¿Y quedaba adentro de esas valijas?”, replica su cómplice. “Sí, sí. Yo las tiré”, reconoce al fin el ingeniero.
“Yo vi esas valijas, y ahí había esos aros para inodoros, y estaban abiertos, toda la valija sucia. Para espantar a los perros. Y no creo que sea para perder el olor a las pieles, pero el olor al dinero seguro que saca. Era algo azul. Después, yo la tiré al inodoro y se tiñó