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Hace pocos días, Michel Temer sorprendió a los medios políticos y económicos al dar un giro radical en su agenda: abandonó sin vacilaciones el reformismo, tan impopular cuanto necesario, y abrazó con entusiasmo el populismo, tan popular como innecesario, al decretar la intervención federal en el área de seguridad de Río de Janeiro. Con eso, comienza un nuevo gobierno Temer –el tercero en menos de dos años–. Por detrás de la improvisada decisión de intervenir en la seguridad de Río de Janeiro, hay un insólito proyecto de poder del actual mandatario.
Rendición al populismo