Cinco años de francisco: una relación sinuosa para los políticos argentinos
Mientras cristina supo capitalizar el vínculo con el papa, para macri se presentó cuesta arriba. De la peregrinación a la santa sede a las reuniones reservadas, sin fotos ni voceros.
El 13 de marzo de 2013 Jorge Mario Bergoglio pasaba a ser Francisco. El papa argentino ha sido desde ese día un dilema de primera línea para la clase política argentina. El Vaticano se convirtió en un lugar de peregrinación ineludible y la gestión de la relación con el Sumo Pontífice un asunto público de primer orden.
Cristina Kirchner recibió con frialdad la noticia, pero pronto supo dar un volantazo. Advirtió que aquel contrincante doméstico pasaba a tener otra dimensión al asumir el máximo cargo de la Iglesia Católica. Mauricio Macri llegó con expectativas de forjar una alianza y fijó una estrategia de vínculo prevalentemente institucional que resultó fallida. También él debió ajustar su estrategia y dejó de lado las
tras la salida de malcorra, peña busca que no haya improvisación ni malos entendidos
aspiraciones que había abrigado al inicio de su gestión.
En el gobierno de Cambiemos hubo un giro en la gestión de la relación con el Vaticano a partir de la salida de Susana Malcorra. La ex canciller había privilegiado una relación institucional que buscaba diferenciarse de la cercanía y la informalidad que había intentado en todo momento imprimir el cristinismo. También aspiraba a que el v ínculo entre el Presidente y el pontífice potenciara la inserción argentina en el mundo, un objetivo que fue alcanzado a pesar de que La cara de Bergoglio en la primera foto con Macri mostró la relación difícil entre ambos. Con CFK siempre hubo buena sintonía. Bullrich se ganó un reto de Peña. Vidal maneja con discreción sus intercambios.