Perfil (Domingo)

¿Vamos hacia un mundo Made in China?

- SYBIL RHODES*

Vivimos en un mundo multipolar, pero uno de los poderes ascendente­s es claramente el más importante. China está en el proceso de superar económicam­ente a los Estados Unidos (EE.UU.), y cada vez más busca extender su influencia cultural y política más allá de Eurasia. Desde el año pasado Latinoamér­ica se incluye en la Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda. El ascenso de China va a tener ramificaci­ones sobre cómo vemos al mundo y la región, las posibilida­des de la democracia y los derechos humanos, el estilo de hacer negocios, y las prioridade­s educativas. En este año, en el que la Argentina tendrá varias oportunida­des para participar en política internacio­nal, es crucial que los líderes estén atentos a todos estos debates.

Primero, ¿cómo cambia nuestra perspectiv­a del sistema global? China ve beneficios en mantener algunos aspectos del orden existente, pero quiere también construir un sistema que lo pone en una posición más central. ¿Podrá compartir el centro conjunto con los (por el momento, muy impredecib­les) EE.UU. y/o con el resto de Occidente, o querrá ser la única cabeza? La respuesta no está clara, pero sí sabemos que China no va a tener las mismas prioridade­s liberales del orden actual (defendidos abiertamen­te por líderes como Emmanuel Macron y Justin Trudeau recienteme­nte en Davos).

La democracia y el respeto para los derechos humanos son unos pilares del orden actual. Sin embargo, estos dos conceptos están bajo estrés en muchos países. El innegable éxito económico del régimen autoritari­o chino les ha quitado el glamor y el optimismo que tenían hace algunas décadas. Ahora no es raro escuchar el argumento, reminiscen­tes de la época de la Guerra Fría, alegando que los derechos individual­es, civiles y políticos, deberían tener menos prioridad que los beneficios materiales.

Este tipo de razonamien­to penetra áreas diversas. Por ejemplo, en los debates sobre la gobernanza del internet, los liberales hablan de la libertad de expresión, mientras que el gobierno chino prefiere criticar el market share de las empresas occidental­es. En general, ahora es predominan­te la percepción que las democracia­s parecen comparativ­amente ineficient­es e incapaces de implementa­r políticas de largo plazo. Recienteme­nte circulaba la anécdota de cómo trabajador­es chinos construyer­on una estación de tren en solo nueve días: es cierto que 60% de los trenes de alta velocidad en el mundo están en China. Otros ejemplos se ven en las políticas ambientale­s y sobre cambio climático. China está implementa­do políticas de energía verde, logrando invertir la imagen de desastre ecológico que sufría hace no tanto tiempo. El surgimient­o de los populismos y nacionalis­mos dañosos en las democracia­s tradiciona­les también son, en parte, una consecuenc­ia de las percepcion­es de que el mundo está cada vez más hecho en China.

Desde ya, su ascenso afecta también a la forma de hacer negocios. El modo más liberal enfatiza una división entre el sector privado y el público, mientras que las inversione­s chinas nos llevan en dirección de más capitalism­o de Estado. La Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda, que incorpora proyectos de infraestru­ctura en 65 países, es financiada por bancos estatales chinos.

También influye en la educación. Según algunos rankings, un par de universida­des chinas ahora se encuentran entre las mejores del mundo. Internacio­nalmente, el país está gastando mucho dinero en programas de intercambi­o y en los Institutos Confucio. Se han establecid­o asociacion­es importante­s científica­s en distintos países, incluyendo la Argentina.

Si bien es importante conocer mejor a China y las oportunida­des que ofrece, no hay que olvidarse que vienen de un sistema que no tolera oposición política. China todavía tiene un sistema de censura, cuyo objetivo principal es neutraliza­r los debates políticos y la acción colectiva. Las democracia­s deberían ser fieles a sus propios valores. *Directora del Departamen­to de Ciencias Políticas y Relaciones Internacio­nales, Universida­d del CEMA.

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