The Economist
Occidente ha perdido su apuesta con China, justo cuando sus democracias sufren una crisis de confianza. Fue una ilusión creer que el país de Xi Jinping se dirigiría hacia la democracia y la economía de mercado. Para contrarrestar el poder de Beijing, las sociedades occidentales deben indagar en los vínculos entre estudiantes, fundaciones, y el Estado chino.
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