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A pesar de que los mercados e inversores saludan su llegada al poder en Sudáfrica, la verdad es que Cyril Ramaphosa hereda un país herido y dividido, y con una economía grave en crisis. Deberá enfrentar grandes desafíos como la reforma agraria y mejorar una terriblemente injusta distribución de la riqueza, en un país con grandes recursos. Será una tarea muy difícil: es bien visto por los sectores moderados, pero considerado un enemigo por los sindicatos y la izquierda más radicalizada.
¿Cambia la tendencia?