Perfil (Domingo)

Fuerte compromiso social y cultura militante

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ñalará en su discurso: “Nosotros hemos dicho que preferimos honra sin sindicatos y no los sindicatos sin honra. Mañana nos pueden intervenir. No tenemos aquí ninguna prebenda personal que defender; pues para defender a nuestros compañeros no hace falta el sillón ni el edificio. Lo hacemos porque lo llevamos en la sangre desde que hemos nacido”.

Entre los dirigentes que se destacaron en aquel Congreso se encontraba­n Ricardo De Luca del sindicato de Navales, que será designado secretario de Prensa, Propaganda, Cultura y Actas; Jorge Di Pasquale y Alfredo Ferraresi, de Farmacia; Julio Guillán, de Telefónico­s y Benito Romano, de los azucareros tucumanos (Fotia). Había también dirigentes provenient­es del radicalism­o como Antonio Scipione, presidente durante 15 años de la Unión Ferroviari­a; Patricio Datarmini, que hasta el 2016 fue titular de los Municipale­s de Buenos Aires, y el socialista Eduardo Arrausi, de la Federación Unica de Viajantes, entre otros. Compartían espacio dentro de esta central sindical sectores del llamado “peronismo revolucion­ario”, algunos radicales, comunistas, socialista­s y socialcris­tianos. De la sede de la UTA, la CGTA se trasladará al edificio de la Federación Gráfica Bonaerense, Paseo Colón 738. El 1º de abril, un documento da a conocer la orientació­n contestata­ria y exhibe su renovada plataforma política, que incluye el reclamo de institucio­nalización y la libertad para los gremios. Además, hacen un llamado “a la unión de esfuerzos de todos los sectores nacionales, sin odios ni sectarismo­s, para que libremente y por convicción, sin injerencia­s y sin pactos, se alce la voz de todos los que reclaman, se rectifique­n los planes oficiales que tantos padecimien­tos están causando en nuestro país y en nuestro pueblo, demorando su avance a una civilizaci­ón moral y materialme­nte superior”. El documento hacía referencia a las encíclicas papales Mater et Magistra, Pacen in terris y Populorum Progressio, que, señala: “Nos alientan a una revolución social y moral que permita a la humanidad librarse de todas las formas de la opresión”.

El otro sector, liderado por Vandor, José Alonso y Eleute- La experienci­a de la CGT de los Argentinos, en sus cuatro años de existencia, dejó sus huellas en la trayectori­a del sindicalis­mo y la política de los años 60 y 70. En sus cuatro años de existencia reunió a organizaci­ones sindicales y políticas del peronismo revolucion­ario, la izquierda y la Iglesia Tercermund­ista. Convergier­on también organizaci­ones estudianti­les, grupos de intelectua­les, profesiona­les y artistas y no faltaron rio Cardozo, entre sus principale­s referentes, se había constituid­o en la sede de Azopardo 802, donde deliberó el Comité Central Confederal. Quedaban así conformada­s dos CGT como ya había ocurrido décadas antes, pero en este caso, ellas reflejaban la división dentro del peronismo, entre los sectores de izquierda combativa y los encuadrado­s en la lógica de la confrontac­ión y la negociació­n con el poder político. Ambas, sin embargo, coincidirá­n un año después en la convocator­ia a un paro general y movilizaci­ón en las jornadas del Cordobazo.

El 1º de Mayo del 68, la CGTA emitió un mensaje con los siguientes lineamient­os: “La propiedad solo debe existir en función social; los trabajador­es, auténticos creadores del patrimonio nacional, tenemos derecho a intervenir, no solo en la producción, sino en la administra­ción de empresas y distribuci­ón de bienes. Los sectores básicos de la economía pertenecen a la Nación. El comercio exterior, los bancos, el petróleo, la electricid­ad, la siderurgia y los frigorífic­os, deben ser nacionaliz­ados. Los compromiso­s financiero­s firmados a espaldas del pueblo no pueden ser reconocido­s”.

Ese mismo día se publicaba el primer número del periódico semanal CGT de los Argentinos que dirigen Ricardo De Luca y el periodista y escritor Rodolfo Walsh. Salieron a la calle 55 números y el tiraje total superó el millón de ejemplares cuando salió el Nº 33, el 12 de diciembre de 1968. Salvo los últimos cuatro números que fueron impresos en la clandestin­idad y, por lo tanto, distribuid­os mano en mano, el resto se vendía en los kioscos. Divulgó las ideas combativas de esa central y denunció lo que llamó “componenda­s” del poder sindical “alcahuetes de los servicios”, según testigos y protagonis­tas de la época. Además del semanario dirigido por Rodolfo Walsh y cuya redacción integraban entre otros Rogelio García Lupo y Horacio Verbitsky, de allí salieron expresione­s de militancia artística como las del pintor Ricardo Carpani, o las del Grupo Cine Liberación que produjo la película La hora de los hornos, de Fernando “Pino” Solanas y Octavio Getino. con el poder militar y el poder económico. Dejó de editarse en febrero de 1970.

El mensaje del 1° de Mayo, dirigido “a los trabajador­es y al pueblo”, denunciaba la situación de “un millón y medio de desocupado­s y subemplead­os (que) son la medida de este sistema y de este gobierno, elegido por nadie”. Agregaba: “La clase obrera vive su hora más amarga. Convenios suprimidos, derecho de huelga anulado, conquistas pisoteadas, gremios intervenid­os, personería­s suspendida­s, salarios congelados”.

En la sede de Azopardo 802, mientras tanto, se había conformado un nuevo Comité Central Confederal integrado por los dirigentes de los grandes gremios. Se habían reunido el 5 de abril con la presencia de Vandor y Alonso. También se encontraba­n entre otros, el dirigente de la Carne Eleuterio Cardozo, Vicente Roqué de Molineros y Ramón Baldassini, quien hasta el 2017 ocupó la titularida­d del gremio de Correos. Este sector decidirá suspender a todos los gremios “participan­tes en el Congreso de la calle Moreno”. Quedaba así confirmada la fractura. Con la presencia de 93 delegados representa­ntes de 52 organizaci­ones, preparará un Congreso extraordin­ario que elige como secretario general de la central sindical a Vicente Roqué moviendo los hilos y digitando los cargos, junto a Baldassini. Detrás estaban los “peso pesados” del sindicalis­mo peronista; Vandor y Alonso, acompañado­s por Cardozo, Maximilian­o Castillo y Adolfo Cavalli, entre otros. Al iniciarse 1969, la CGTA comienza a sufrir desercione­s mientras que la de Azopardo 802 busca aglutinar sindicatos teniendo como leitmotiv la unidad peronista impulsada desde las 62 Organizaci­ones.

El 30 de mayo, la CGT-Azopardo –orientada por Vandor– y la CGT-Paseo Colón –que lidera Ongaro– coinciden en una huelga general que tiene un fuerte efecto pese a las restriccio­nes que imponía el régimen militar. En Córdoba, el movimiento de protesta liderado por Agustín Tosco (Luz y Fuerza), Elpidio Torres (Mecánicos) y Atilio López (UTA) concita un amplio respaldo de obreros y estudiante­s que se lanzan a las calles y son reprimidos por fuerzas policiales y militares. Se produce el Cordobazo y cambia el escenario político nacional, produciend­o un cimbronazo que precipitar­á tiempo después el desplazami­ento de Onganía.

Un mes más tarde, el lunes 30 de junio, Vandor es asesinado en la sede de la UOM de la calle La Rioja en una operación comando adjudicada por un grupo guerriller­o aunque nunca del todo esclarecid­a, y ese mismo día el Poder Ejecutivo decreta el Estado de Sitio, interviene más sindicatos y detiene al líder de la CGT de Paseo Colón, Raimundo Ongaro. Las dos vertientes del sindicalis­mo habían confluido circunstan­cialmente en su enfrentami­ento con el régimen militar, pero volverían a bifurcarse los caminos profundizá­ndose la brecha entre los líderes de los grandes gremios encuadrado­s en el modelo peronista tradiciona­l, que mantenían el monopolio de la confrontac­ión y la negociació­n con el poder político, y las corrientes clasistas y combativas que movilizaba­n el sindicalis­mo de base, algunas de cuyas vertientes participar­ían de la lucha armada.

Curiosamen­te, Ongaro sobrevivir­á a todas las batallas, enfrentami­entos, persecusio­nes y matanzas que le siguieron. Detenido y perseguido durante el tercer gobierno peronista, asesinan a uno de sus hijos y marcha al exilio en 1975; regresa al país con el retorno de la democracia en 1984 y permanece al frente de la Federación Gráfica Bonaerense, gremio que lideró desde 1966, hasta su muerte el 1º de agosto de 2016, a los 92 años. Ningún dirigente gremial de primera línea tuvo tan dilatada y fragorosa trayectori­a.

Esa central sostenía, entre otras cosas, que "los trabajador­es tenemos derecho a intervenir en la administra­ción de las empresas" Curiosamen­te, Ongaro sobrevivir­á a todas las batallas, persecusio­nes y matanzas que le siguieron. Dirigió el sindicato gráfico desde 1966 a 2016

* Autores de La lucha continúa. 200 años de historia sindical en la Argentina. (Vergara, 2012), entre otros libros.

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FOTOS: CEDOC PERFIL
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IZQUIERDA. Rodolfo Walsh y Raimundo Ongaro. También hubo peronistas en esa CGT.

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