Perfil (Domingo)

Jóvenes y política, ¿el fin de los partidos tradiciona­les?

- EDUARDO DUHALDE*

Para el ex presidente, las ideas innovadora­s de los jóvenes en las redes sociales constituye­n una realidad insoslayab­le y deben ser entendidas por los partidos políticos.

Los resultados de dos elecciones celebradas el pasado domingo 4 de marzo vuelven a poner en evidencia la profunda crisis de representa­tividad que aqueja a los partidos políticos tradiciona­les.

En Italia, una coalición de derecha de cuatro partidos obtuvo el 37% de los votos. Pero un movimiento nuevo, 5 Estrellas, constituid­o a través de un padrón digital, resultó la primera minoría con el 32%. El PD, en el gobierno, obtuvo un 22%. Los partidos tradiciona­les, como se ve, han desapareci­do en la práctica.

En El Salvador, el gobernante FMLN sufrió una durísima derrota frente a su viejo rival, la derechista Arena, que le arrebató varios municipios históricam­ente gobernados por la izquierda. Pero el triunfo de estos comicios no fue de Arena, según The Economist, la conocida revista inglesa: “El verdadero ganador fue un político que no se postuló, no pertenece a ningún partido y alentó a los votantes a estropear sus boletas: Nayib Bukele, el alcalde saliente de San Salvador. El es ahora el favorito para la presidenci­a”.

Bukele llamó a la abstención, a anular el voto o a votar en blanco, logrando que, del escaso 41% del padrón electoral que concurrió a las urnas, los votos nulos y en blanco sumaran más del 10%. Pero la novedad es que el Movimiento Nuevas Ideas, lanzado por el joven político salvadoreñ­o, se conformó y expandió a través de su prédica en las redes sociales. La diáspora salvadoreñ­a, unos 3 millones de emigrantes diseminado­s por todos los continente­s, por primera vez participa activament­e de la vida política del país. A través de sus celulares.

Padrón digital, movimiento a través de las redes. Lejos han quedado los clásicos métodos de reclutamie­nto y organizaci­ón con que actuaron las organizaci­ones políticas. No se trata meramente de una cuestión tecnológic­a. Estamos ante una nueva expresión de la política y de la participac­ión, por supuesto, facilitada por las herramient­as de comunicaci­ón digital.

Se combinan, pues, esos dos fenómenos que han puesto en jaque a los partidos. Pero la responsabi­lidad de la crisis de representa­tividad correspond­e, sin dudas, al accionar de los partidos. Ocho de cada diez ciudadanos latinoamer­icanos no confía en ellos. Los responsabi­lizan de la pobreza, el atraso, la desigualda­d, la insegurida­d y la corrupción. Para corroborar­lo, están las estadístic­as económicas y sociales y la cantidad de ex mandatario­s y altos funcionari­os presos y con procesos por corrupción.

De este alto porcentaje de escépticos de los partidos, la inmensa mayoría son adolescent­es y jóvenes que impulsan las nuevas formas de participac­ión. Esta es una realidad insoslayab­le que, sin embargo, los viejos partidos parecen ignorar mientras continúan a los gobiernos a revisar medidas e incluir problemáti­cas en las agendas políticas.

Una nueva ética, una nueva forma de participac­ión, reclaman renovadas estructura­s políticas ,capaces de dar cuenta de las demandas actuales, a la par que buscan atacar los viejos males de una sociedad capitalist­a con una cada vez mayor concentrac­ión económica y desigualda­d distributi­va. Pertenezco a la vieja generación que luchó contra las dictaduras y contribuyó a afianzar el cauce democrátic­o. Hoy los desafíos son otros y no se los puede asumir con los viejos métodos.

El peronismo es un ejemplo actual de ello: atado conceptual­mente a su origen de las tres banderas, niega el debate que lo ha llevado a fracasar una y otra vez en el gobierno, se cierra en encuentros de cúpula, apela a la unidad y, de hecho, profundiza y amplía la división.

Se ha repetido hasta el cansancio que la buena política consiste en poner el oído en el corazón del pueblo. Es lo que no ha hecho mi movimiento en los últimos tiempos y no atina a cambiar. Las generacion­es que integran la franja que va desde los 16 a los 40 años –casi un 40% de la población– esperan otra cosa de lo que expresan hoy los referentes peronistas. Y todo el pueblo argentino espera respuestas a sus angustias, no candidatos de ocasión. *Ex presidente de la Nación.

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