“LAS GAMBAS ERAMOS FEMINISTAS SIN SABERLO”
—Es muy extraño. En el momento de hacerlo, uno no está pensando en eso. El Parakultural y las Gambas se inscriben dentro del contexto de donde salieron: la vuelta a la democracia después de los años de plomo. Eramos unas mujeres muy raras, feministas sin saber que lo éramos. Peleándole al mundo nuestro derecho, hacíamos un numerito que también era de unas feministas recalcitrantes y ridículas. Yo me considero re-contra feminista y voy a la marcha a favor del aborto legal. Después es después. La cosa empieza a ser una mercancía, [pese a lo cual] seguiré dando las batallas junto a las mujeres, travestis, trans, minorías oprimidas. El capitalismo está armado sobre un hombre que sale a trabajar y una mujer que, para sostener ese sistema de producción, trabaja gratis en la casa. Me interesa pelear contra eso. —Sigo siendo aquella persona, teniendo un mismo motor. Me encanta trabajar con mujeres y hacerlo de una manera muy horizontal. [Pero] he hecho muchas cosas diferentes; siento que puedo quedar atrapada en un lugar, pero siempre tengo una necesidad de experimentar otras cosas… Puedo estar en un teatro comercial o en un trabajo experimental, todo en el mismo día. Le peleo a esas jerarquías, como a la de que el drama tiene más jerarquía que el humor. Tengo debilidad por lo que no está tan prestigiado. Hay una honestidad muy grande en los espacios que no tienen oropeles. —Nada, nada, nada. La tele, no sé. Está el cambio del paradigma. Antes existía en un canal, había tres ficciones diarias. Eso no existe. Antes se filmaban cien películas y ahora se van a filmar 12, por año. No creo que tengamos gobernantes interesados particularmente en la cultura, parece que no hay ningún tipo de política pública.