Perfil (Domingo)

Lula fue preso tras un ultimátum que tuvo en vilo a Brasil

Monitorean el clima político y social con cautela ante un efecto rebote sobre la economía argentina. preocupa quién puede ganar la presidenci­al de octubre y volverse su socio obligado cuando se jueguen la reelección.

- MARIANO BELDYK

No es secreto que el Gobierno mira con atención lo que ocurre en Brasil, aunque prefiera limitarse al momento de hablar sobre ello en público. Y en estas horas de tensión al otro lado de la frontera, con Luiz Inácio Lula da Silva, el principal líder de la oposición, en prisión, y la promesa de sindicatos y militantes de copar San Pablo, Brasilia y Curitiba, los contactos informales se han multiplica­do, a la expectativ­a de lo que pueda ocurrir.

Al diálogo del canciller Jorge Faurie con su par brasileño, Aloysio Nunes Ferreira, el viernes, le han seguido otros reportes desde la embajada argentina, a cargo de Carlos Margariños, que ha optado por el silencio oficial desde aquellos pagos. “Siempre estamos en contacto con él”, relativizó una de las fuentes consultada­s.

Otro articulado­r de la política exterior de Cambiemos confirmó a este medio: “Monitoream­os todo desde hace tiempo, Brasil es nuestro socio estratégic­o y es un tema que tiene para rato”. No obstante ello, al menos hasta ayer, no tenían pensado fijar postura de Estado: “No nos compete opi- nar sobre la situación interna de otro país”.

El Palacio de Itamaraty se ha ocupado de contactar a los principale­s aliados regionales para asegurarle­s que la estabilida­d del gobierno de Michel Temer no está en juego y que todo se limita a un proceso judicial. Aquí sa- ben, no obstante, que hay mucho más en juego. Hoy Lula es el principal candidato para octubre, si bien su participac­ión ya estaba enmarcada entre enormes signos de interrogac­ión, mucho antes de caer preso, por la llamada Ficha Limpia. Detrás de Lula, marcha un pelotón de dudas, desde el militar retirado homófobo Jair Bolsonaro hasta la ecologista Marina Silva. Otros nombres de

mayor afi- nidad con la Rosada como el gobernador paulista Geraldo Alckmin, a quien Mauricio Macri recibió antes de lanzarse, en 2016, no llega al 10%. Y en cuanto a Temer, no le cambia el panorama un Lula preso: saca 1% con Lula dentro o fuera. Cualquiera de ellos podría convertirs­e en el próx imo interlocut­or del Gobierno en 2019, cuando el oficialism­o se juegue su reelección y necesite un socio en crecimient­o que empuje a la economía argentina y una región estable para demostrar la proyección externa de Buenos Aires.

El m i n istro del Inter ior, Rogelio Frigerio, fue el que lo expresó más claro ayer, entrevista­do por FM Millenium, al confirmar que ven “con preocupaci­ón” lo que ocurre en Brasil: “Es muy importante que Brasil esté bien, que crezca. Tiene un impacto muy importante en la economía de la región y en nuestro país”. También el secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, se expresó al respecto en el programa El lobby, de Radio Con Vos. “Nos preocupa la situación. El Gobierno está mirando a Brasil porque tiene repercusio­nes para la Argentina, pero siempre nos van a encontrar del lado del derecho y la paz social”.

A la mente del Gobierno vuelve una y otra vez ese viejo dicho sobre la Argentina y el resfrío, ahora que Brasil parece a punto de estornudar.

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Se entregó sobre la hora. Está detenido.
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SOCIOS. Macri fue el primero en avalar a Temer tras el juicio a Dilma Rousseff.

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