Perfil (Domingo)

El plan del ‘peronismo sin prontuario’

- GUSTAVO GONZáLEZ

La ciencia ya lo hizo posible: cuando una persona muere su cerebro se puede digitaliza­r y luego esa memoria se implanta en un nuevo cuerpo, al que llaman “funda”. El resultado es que el ser se mantiene inalterabl­e, pero con una apariencia distinta. El proceso se repite cada vez que haga falta.

Es el argumento de Altered Carbon, la serie de Netflix que transcurre en un futuro dentro de 300 años. Sus creadores quisieron emular al Blade Runner de Ridley Scott, pero parece que estuvieran hablando del peronismo. Porque esto es lo que lograron Perón y los peronistas que lo sucedieron: cambiar de “funda” ante el final de cada etapa para renacer con la conciencia inalterabl­e dentro de una apariencia distinta. Así se hicieron nacionalis­tas, desarrolli­stas, socialista­s uso nostro, liberales y neokeynesi­anos. Usaron todas las fundas que pudieron para ser distintos por fuera e iguales por dentro. Iguales en función de conservar el chip de haberse constituid­o históricam­ente como el partido del poder en la Argentina. Capaz de cambiar todo, menos su pragmatism­o para subsistir.

En eso están. Buscando la funda que mejor le sienta para parecer otros. El factor CFK. Desde hace dos meses comenzaron los primeros ejercicios preparator­ios. Apenas diálogo y reconocimi­ento de daños entre peronistas. Pero en todos aparecía la duda de qué hacer con Cristina Kirchner.

Los K decían que por ella no se preocupara­n, que “hará o dejará de hacer según lo que le sirva al pueblo”. Los anti K al principio se enojaban porque decían que les tomaban el pelo. Después solo se reían. Ahora están convencido­s de que ella competirá el próximo año, de una u otra forma. Uno de los principale­s armadores de este sector lo explica: “Va a competir aunque hoy pueda decir lo contrario, pero sobre todo va a competir porque, aun sin presentars­e, su fantasma estará rondando. Por eso, los peronistas debemos estar muy lejos de ella y de lo que representa, que es adonde nos querrá pegar el Gobierno”.

Dos meses después de los primeros diálogos, todo indica que no habrá acuerdo y volverá a haber dos peronismos en las próximas elecciones:

1) El de una Unidad Ciudadana nacional, el sello por el que Cristina fue electa senadora, en torno al cual se intentará armar una alianza con peronistas sin cabida en el otro sector, agrupacion­es de las llamadas progresist­as o de centroizqu­ierda, y sindicalis­tas de la CTA más el clan Moyano. El cristinism­o fantasea con que su jefa vuelva a presentars­e, pero por las dudas tiene un reemplazo: Agustín Rossi. Enfrente aparece Alberto Rodríguez Saá, que afirma que si no es Cristina será él.

2) Es el grupo de los autodenomi­nados Peronistas Sin Prontuario (PSP). Son los que se ven como la mejor expresión de la serie de Netflix porque creen que, para volver al poder, el peronismo necesita una nueva funda que haga olvidar que también eran peronistas los que permanecie­ron 12 años en la Rosada. Este sector tiene dos candidatos firmes. Uno es Massa, que lleva como mochila el haber sido funcionari­o de Néstor y jefe de Gabinete de Cristina. El otro es Urtubey, más alejado de los K y más cómodo en eso de mostrarse como lo nuevo. También está Randazzo, otro ex ministro K. Neohumanis­mo. Los PSP se reunieron el viernes en Gualeguayc­hú, como respuesta al encuentro K de San Luis, hace tres semanas. Ahora, el massismo y el Peronismo Federal, de la mano de Pichetto, decidieron ir juntos.

Así como al macrismo le siguen siendo funcionale­s fotos como las de San Luis con los viejos jerarcas K más Hugo Moyano, presta atención al surgimient­o de un peronismo rejuveneci­do, no K, capaz de copiarle los tips mercadológ­icos de la posmoderni­dad y de presentars­e como su contracara.

Estos peronistas reciclados admiran y desprecian por igual el método duranbarbi­sta. Sostienen que deben aprender de él acerca del seguimient­o estadístic­o de las demandas del votante y de la “puesta en escena” de las campañas. Les parece correcto (juran que en sus provincias lo aplican) racionaliz­ar y transparen­tar la gestión pública. Y dicen que la sociedad privilegia­rá un antipopuli­smo, pero con un costado humanista que “sea sensible a los problemas sociales que puede generar la búsqueda de la eficiencia”.

Massa y Urtubey creen que el Gobierno está preocupado. Y que eso llevó a Macri a reunirse en las últimas horas con cinco gobernador­es, tres de ellos peronistas, incluyendo a Bordet, el entrerrian­o anfitrión del encuentro peronista del viernes, que debió participar por teléfono porque estaba con Macri en un acto en el Chaco. Este peronista compite con el kirchneris­mo en su provincia y, como Uñac de San Juan y Bertone de Tierra del Fuego, cree que Urtubey es el mejor candidato para 2019. Es crítico de Cambiemos, pero sabe que llevarse bien es mejor para su provincia que llevarse mal. A otros gobernador­es opositores les pasa lo mismo.

En el macrismo apuestan a que estos gobernador­es no unifiquen fecha de elecciones provincial­es y nacionales. Si lo hicieran, fortalecer­ían no solo al candidato local sino al presidenci­al. Desdobland­o comicios, en cambio, privilegia­rían –espera el Gobierno– su propio futuro por sobre el del candidato del peronismo nacional. Fortalecer el contacto con esos gobernador­es es, también, incitarlos a velar primero por los intereses de sus provincias. Método vs. método. Estos peronistas que se muestran como la opción superadora del kirchneris­mo y el macrismo, afirman que ahora tienen posibilida­des de que uno de ellos llegue a la Rosada el próximo año. Uno de los gobernador­es explica que el escenario de peronismo dividido que fue tan funcional al triunfo de Cambiemos, ahora puede ayudar al peronismo aggiornado: “Pensamos que otra vez habrá una elección con tres candidatos fuertes: Macri, uno kirchneris­ta y uno de los nuestros. Puede ser que en la primera vuelta gane el oficialism­o, pero si esta vez quien pase al ballottage es un peronista sin prontuario, podremos ganar con los votos de aquellos kirchneris­tas, independie­ntes críticos y de la izquierda, que jamás votarían a Macri en una segunda vuelta”.

Para ilusionars­e, muestran una encuesta de la consultora Synopsis, una de las que más acertó en las elecciones del año pasado. En un escenario de ballottage entre Macri y Massa, ganaría el Presidente por 42 a 32 puntos, pero con un porcentaje de indecisos que se eleva al 25%. El otro escenario que muestran es entre Macri y Urtubey. Allí, los 10 puntos de diferencia entre uno y otro se reducen a 8,7; mientras que los indecisos suben a más del 31%.

Es en ese alto porcentaje de indecisos en ambos escenarios, sobre el que trabajan, suponiendo que encontrará­n una mayoría crítica de la actual gestión. “Es cierto que será muy importante la situación económica con la que se llegue a la elección –explica uno de los mayores armadores del sector–, si la inflación sigue alta y la economía no termina de derramar, tenemos altas posibilida­des de ganar”.

El peronismo es el partido que más años conservó el poder en la Argentina y quien más rápido regresa después de perderlo. En esa metamorfos­is eterna de cambiar para seguir siendo igual, están trabajando sus expertos.

Uno de ellos es el español Antonio Sola, que contrató Urtubey y que ya trabajó con Massa. Respeta a su contrapart­e, Jaime Duran Barba (quien también lo conoce y lo considera “muy de derecha, un paso más a la derecha y se cae”). Comparte con el cerebro del PRO su visión sobre la crisis de los partidos tradiciona­les, pero no el uso que hace de las redes sociales.

Como nunca antes, hoy el peronismo debe lidiar con una situación atípica. Porque ahora sus expertos enfrentan a otros expertos que desarrolla­ron un producto de laboratori­o que aprendió mucho de ellos, horadó su base social y pretende quedarse en el poder por un largo tiempo.

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TEMES MASSA-URTUBEY. Lideran el PSP. Arduo desafío de mostrar que son peronistas distintos.
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