Perfil (Domingo)

Un impacto que deja huella

- ANA ROZENBAUM*

En los casos de abuso en menores, ¿qué sucede con las huellas de lo vivido, más allá de las modificaci­ones psíquicas que hayan podido ser operadas a ese respecto? ¿Qué de ellas vuelve a encontrars­e en la cura analítica de estos pacientes?

Por supuesto, las se - cuelas dependerán de la personalid­ad y la historia de cada uno, además de otros factores como sexo, edad, contexto (padre o madre, un pariente, un extraño), tipo de abuso (frecuencia, severidad, si hubo o no violencia dura nte el acto) y descubrimi­ento del hecho, porque la desmentida de lo ocurrido por parte de los adultos es lo que hace más patógeno al trauma. Lo patógeno es no solo el forzamient­o, sino también la desmentida y la calumnia siguiente. El impacto dejado por el hecho y las “explicacio­nes causales” que connota, aun si en un segundo tiempo puede ser recubier to de buenas explicacio­nes, marcará con su sello la actividad del menor, y dejará huellas indelebles en la relación con el pensamient­o y con el deseo de conocimien­to.

Una confusión espantosa es esperable cada vez que un menor sufre abuso sexual. El agredido ve desbordada­s sus defensas, se abandona, por así decirlo, a su destino. Cuando se trata de la transmisió­n de lo irracional, trata de otorgarle un sentido para poder procesarlo. *Médica psicoanali­sta (APA), especialis­ta en niños y adolescent­es.

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