Cerrando las añejas grietas del nivel terciario
El Ministerio de Educación presenta el Sistema de Reconocimiento Académico, un plan de equivalencias para universidades públicas y privadas. Las materias aprobadas serán válidas, sin importar el lugar de estudio.
Deserción universitaria, cambio de carrera y lenta graduación son algunos de los problemas recurrentes en la vida universitaria. Para garantizar la continuidad en este nivel educativo y que las asignaturas que un alumno cursó le sean reconocidas en otra universidad desde el Ministerio de Educacion de la Nación y en forma conjunta con las universidades públicas y privadas, desde 2016 se trabaja en la implementación de un Sistema Nacional de Reconocimiento Académico (SNRA). “Es una etapa superadora al plan de equivalencia” define Mónica Marquina, coordinadora general del Programa de Calidad Universitaria, en diálogo con PERFIL. Al respecto, explica en qué consiste.
—¿Qué es?
—Es un sistema voluntario de acuerdos entre instituciones de educación superior argentinas que permite establecer el mutuo reconocimiento de trayectos formativos: materias, ciclos, tramos, prácticas. En 2016, 67 universidades empezaron adhiriéndose y al momento son 83 de los más de cien establecimientos. Partiendo de la base de las carreras que se acreditan porque todas parten del mismo piso de calidad y, según sus campos disciplinares, se las agrupó en familias de carreras. Así, ya se llevan conformados desde 2017 tres grupos. El primero lo conforman todas las ingenierías y afines, Arquitecturas y diseño e informáticas. El segundo, Agro, Recursos Forestales, Zootecnia y Veterinaria, Química, Bioquímica, Farmacia y Biología. Y recientemente las carreras de Medicina y Odontología. Nos queda Geología, Psicología...
—¿Para qué sirve?
—Por un lado, este sistema busca que el estudiante que se mude, cambie de vocación o quiera realizar una práctica en otra institución ya sepa de antemano que la universidad en la que está inscripto se lo va a reconocer, aspecto que no pasa con las equivalencias. Por otro lado, vemos que el sistema universitario es muy rico en oferta formativa, no solo en la cantidad de carreras sino en su diversidad. Incluso cuando el título es el mismo las carreras no son idénticas. Eso está definido por la zona. Por ejemplo, las Agronomías, según la región, la producción, se orientan más a una que otra área, y así con otras carreras. Esa diversidad no puede ser aprovechada porque el que nace y estudia en una provincia tiene que adaptarse al plan de estudio de esa universidad. Entonces, este programa apunta a ver cómo se puede aprovechar esa diversidad de ocpiones. Esto ya no es cambiarse de carrera o institución, sino cómo hacer para que un estudiante pueda realizar un tramo en otra universidad y después vuelva.
—¿Cómo se calcula el RTF?
—A partir de la Resolución Ministerial 1870/16, se creó el Reconocimiento de Trayecto Formativo (RTF). Esta unidad de medida estima en horas el tiempo de trabajo total del estudiante para el cumplimiento de los requisitos de aprobación establecido en los planes de estudio. Un RTF son de 27 a 30 horas de trabajo del estudiante y 60 RTF equivaldría a un año académico. Luego, los trayectos que se reconocieron a nivel técnico se validan con la firma de los rectores que apoyan el convenio. Después, con un sistema informático, cada universidad llena con qué materias reconocen esos RTF. Es decir, este grupo de materias que arma este trayecto es equivalente a estas asignaturas en otra universidad.
—¿Hubo experiencias anteriores?
—Analizamos la experiencia de Europa, de América Latina, y a partir de eso lo pensamos para nuestro país. Acá, hay antecedentes locales que después
se discontinuaron. En Europa se creó un sistema de créditos, se armó con la firma de los ministros y después se bajó. Con las características de nuestro sistema, pensamos que era mucho mejor generar consenso desde abajo, empezar desde los protagonistas de la formación, construir esos acuerdos y luego rectificarlo por la instancia política. Hoy un estudiante tiene más facilidades para que le reconozcan y hagan movilidades en el exterior que en el interior. Con esto empezamos a generar las condiciones y ahora va a salir la resolución para poner a prueba una experiencia piloto de financiamiento de movilidades. Son cupos asignados a las universidades para que sus estudiantes se postulen y tener una primera experiencia de molividad para que estos acuerdos se puedan aprovechar. Se financian los gastos de movilidad, seguros, alojamientos y comida por un semestre, y la condición es que a ningún estudiante se le cobre. También lo que vamos a hacer este año es enlazar este sistema (SNRA) con el europeo y con otras experiencias de América Latina.
“El potencial de estos acuerdos es enorme –reconoce la coordinadora Marquina– no solo para que los chicos transiten, sino también para las universidades: para que se puedan armar carreras estratégicas que hoy pueden ser áreas de vacancia o que no existen para formar de manera acotada una cierta cantidad de profesionales”.