Perfil (Domingo)

“Acá en la cárcel los chicos quieren ser como nosotros”

Monchi machuca recibió 37 años de prisión, la pena más alta a la banda. “Armaron un circo porque nuestra condena vende”, confiesa.

- CECILIA DI LODOVICO

Ramón “Monchi” Machuca vive con un estigma: es hijo de “crianza” y no de sangre de Ariel Máximo Cantero, la cabeza del clan, a diferencia de Ariel “Guille” Cantero. Quizás fue ese detalle el que impulsó a la familia a creer un rumor que creció en el velatorio de su hermano Claudio, inmortaliz­ado con el apodo de “Pájaro”. “Dijeron que yo era el entregador, mi propia familia me dio la espalda en ese momento. Pero ese día también iban por mí. Querían matarnos a los dos, sabían que yo era el más cercano a mi hermano”, recuerda desde prisión y en comunicaci­ón con PERFIL, a través de un teléfono de la Unidad Penitencia­ria N° 11 de Piñero, ubicada a menos de 30 minutos de distancia del sur de Rosario, el territorio que el grupo narco solía dominar.

“Monchi” fue condenado el lunes 9 de abril pasado a 37 años de prisión como jefe de una “asociación ilícita” y por haber instigado tres homici- dios. El capo de la narcobanda rosarina recibió la pena más alta en un juicio en el que declararon más de 200 testigos.

“Los vecinos de atrás del Casino todavía son fieles a nosotros”, afirma sin dudar. “Cuando nosotros estábamos –continúa, reconocien­do el control de la zona por parte de la organizaci­ón– las cosas eran diferentes. No había insegurida­d ni tiros. Ahora no podés caminar tranquilo y las casas están llenas de tiros. El barrio ya no es el mismo”, se lamenta desde uno de los teléfonos públicos del pabellón 7.

Recuerda, a la vez, los torneos que los Cantero solían organizar en “la canchita” de La Granada que, en la actualidad, luce el mural del mítico jefe narco asesinado. “Venían de todos lados. Un día se anotaron cincuenta equipos. No solo (Ever) Banega y (Angel) Correa jugaban, sino también otros jugadores de primera o que estaban por ingresar a primera, pero no los voy a nombrar porque los puedo perjudicar. Enseguida van a salir a decir que son jugadores de Los Monos”.

“Pájaro presente” y otras pintadas hechas en la zona de influencia de la organizaci­ón (La Granada, Las Flores y La Tablada), principalm­ente, pueden ser vistas como síntoma de cierta nostalgia por la banda desarticul­ada y tras las rejas.

El diálogo no es fluido, Monchi se queda sin crédito y la lla- mada se corta en dos oportunida­des, pero le alcanza para dar a conocer su punto de vista sobre la condena que recibió. “Lo dije en el juicio, lo que me dieron a mí no es una condena, es una pena de muerte encubierta. Durante el juicio se me acercó una persona y me dijo todo lo que iba a ocurrir. Armaron un circo porque nuestra condena vende. Creen que no voy a salir, pero voy a hacer to- do lo posible para hacerlo, en alguna instancia nos tienen que escuchar”.

Según Monchi, hay un principal responsabl­e por su situación actual y la hipótesis (que fue descartada en su ámbito privado y en la Justicia) so- bre su presunta participac­ión en el crimen de su hermano: Luis Paz, el hombre que se convirtió en su enemigo más íntimo. Ese rumor, que corrió por primera vez en el velatorio del Pájaro, fue el motor que impulsó a Monchi a buscar informació­n sobre la relación del primer juez que intervino en la causa, Juan Carlos Vienna, el padre del asesinado Martín “Fantasma” Paz y la Brigada de Judiciales. “Yo encontré la foto de Vienna y Paz en el evento de box y también conseguí el acta de Migracione­s”, asegura Machuca. El escándalo desplazó al magistrado de la megacausa que concluyó con las condenas de la banda, dos lunes atrás.

¿Por qué estas personas configurar­ían un complot contra la familia Cantero? “Querían nuestra cabeza porque nos querían sacar del camino. Ellos querían la zona de atrás

“Las muertes van a seguir, no tienen freno porque el Gobierno no sabe cómo pararlas.”

del Casino, pero no la pudieron tomar porque los vecinos eran y siguen siendo fieles a nosotros”, responde con firmeza el jefe de la banda que recibió la mayor pena. “Hay connivenci­a con Paz desde el gobierno provincial, porque bancó campañas policiales”.

“No sé por qué lo mataron”, se desentiend­e Machuca sobre el crimen de Cristian Reynoso, amigo de la familia acribillad­o en las últimas horas, pero no descarta: “Puede ser que los últimos crímenes sean una respuesta al juicio o a la detención de (Alejandro) Druetta”. “Está preso por corrupto”, dispara con satisfacci­ón. El comisario es otra persona que integra la lista negra de la familia, vinculado al caso de Hugo Tognolli, el ex jefe de policía de Santa Fe preso por narcotráfi­co.

Desde la cárcel, reflexiona sobre los últimos homicidios relacionad­os a ajustes de cuentas narco y peleas entre clanes. “Las muertes van a seguir, no tienen freno porque el gobierno no sabe cómo pararlas. Además, les conviene porque recaudan”.

“Acá los chicos dicen que quieren ser como nosotros. Miran las series del Señor de Los Cielos y de Pablo Escobar. Yo les pregunto para qué miran esas cosas. El alto perfil a mí me perjudicó. Haber salido en los medios me jugó en contra. Si no hablaba, hoy tendría una condena de 7 años, pero ya hablé y no voy a parar”, avisa.

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LA CAIDA DEL ULTIMO CAPO. Pasó casi tres años prófugo hasta que en junio de 2016 fue capturado en el barrio porteño de Flores. El 9 de abril lo condenaron por instigar cuatro crímenes.
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DOS CARAS. Estando prófugo se disfrazó para dar una entrevista. En el juicio, con sus cómplices.
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FOTOS: TELAM

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