La primera escuela sustentable ya es realidad
La escuela pública N° 12 del partido, vecino a Mar del Plata, es la suma de una arquitectura basada en el reciclado más la acción de ONGs, empresas y el Estado.
La historia tuvo un hito el 17 de abril. Un acto público en el que estuvieron la comunidad de Mar Chiquita, las empresas que empujaron el proyecto con su auspicio, la ONG uruguaya Tagma y la argentina Amartya, y el intendente Carlos Ronda. En un día tibio –el clima cálido de otoño fue casi un mensaje más de la importancia de acciones como esta–, los verdaderos protagonistas, los alumnos, los chicos de esta escuela pública única en más de un sentido, festejaron que el lugar había nacido en 45 días y ya era realidad. Fue un acto en el que hubo lágrimas, como las de Martín Espósito, de Tagma, o las del mismo intendente. Hubo un reconocimiento a los 400 voluntarios que hicieron posible el nacimiento. Un acto en el que se habló de la otra escuela sustentable de la región, también provomovida por Tagma, en Jaureguiberry. Un hito en la historia de la sustentabilidad en el continente. Pero la historia tiene un antes y un después. Un antes que comienza en el desierto de los Estados Unidos, con la obra del arquitecto Michael Reinolds y que es una suma. Y un caso a tener en cuenta. 45 días. El compromiso fue construir una escuela en 45 días. Una escuela hecha con yantas viejas, latas reutilizadas, tierra, cartón y latas. Un sistema constructivo creado por el arquitecto norteamericano, basado en la idea central de que las casas deben ser “como árboles”: tener el don de alimentarse del entorno y de devolverle al entorno lo que hay. Así la construcción tiene un manejo de recursos, como el agua, el sol, la tierra, y el viento, que son modélicos: el agua se recicla y es completamente tomada de la lluvia; la energía es completamente solar. Hay un uso de los materiales que garantiza que el clima dentro de las aulas nunca sea menor a los 18 grados y nunca mayor a los 23. Un plan que incluye una huerta, en la que nacen los alimentos que serán usados por los chicos.
Sustentabilidad comunitaria. Pero la construcción no solo es arquitectónica. Y en esto las empresas, las ONG y el Estado tienen un rol esencial.
Los miembros de Tagma tuvieron una idea que es en muchos sentidos revolucionaria: tomar el sistema de Reynolds para hacer casas y usarlo para hacer escuelas. Y esto constituye un salto cualitativo verdaderamente esencial. ¿Por qué? Porque se hizo con voluntarios “que renunciaron a todo” para venir a hacer la escuela. Porque involucraron a padres, docentes y alumnos en el proceso constructivo. Las ideas de Tagma en Uruguay tuvieron una vuelta de tuerca con la gestión de Amartya en la Argentina. La idea de esta ONG es que todo el proceso de sustentabiilidad crezca tanto que, en unos años, todas las escuelas del partido de Mar Chiquita sean sustentables. Las empresas no solo pusieron dinero. Karen Vizental explicó que “acompañamos firmemente el proceso en Uruguay. Y nos parece esencial que en la Argentina puedan darse este tipo de propuestas. Nuestra empresa hace 91 años que está en la Argentina y creemos que proyectos de este estilo se insertan cabalmente en nuestra ética, nuestra filosofía”. Cuestiones del pasado, que empujan el presente hacia el futuro: Mar Chiquita, con su albúfera y su laguna que sigue el dictado de las mareas, es uno de los partidos más sustentables de todo el país. Un plan de gobierno que trasciende la secuencia de la política partidaria.