Cómo mejorar el acceso al trabajo
La task force sobre empleo y educación del B20 ha estado promoviendo el trabajo de las mujeres durante los últimos años. Entre muchas otras cosas, ha recomendado que los gobiernos y los entes reguladores trabajen en políticas que estimulen el emprendimiento de las mujeres y una mayor participación en el mercado laboral.
Hay razones económicas claras y obvias que sustentan la necesidad de cerrar la brecha. En la próxima década deberemos afrontar grandes desafíos relacionados con el capital humano y una creciente dificultad para que los empleadores encuentren, atraigan y retengan talentos. En este contexto de altísima competencia, la sociedad comete un grave error al desestimar y desvalorizar a la mitad de la población como fuente de talento.
En los países del G20, la participación femenina en los mercados laborales es, en promedio, un 26% menor que la masculina. Hay muchas diferencias entre los países, pero no hay un solo país en el que se pueda encontrar una tasa igualitaria de participación.
En Argentina, la participación femenina llega a casi el 60%, en compara- ción con el 73% de los hombres, una distancia de 13 puntos. En Brasil, la brecha es de diez puntos (62% contra 72%). En Estados Unidos y varios países europeos, la distancia es menor pero continúa siendo significativa.
Esa brecha está también reflejada en el salario y las oportunidades de acceso a posiciones de decisión. Entender las causas subyacentes es clave para considerar soluciones que el grupo del B20 podría recomendar al G20 para achicar esos márgenes.
Una de las causas subyacentes es la brecha en la educación. Las mujeres están poco representadas en ciertos campos de estudio, como las ciencias y la ingeniería, las buenas opciones de carrera. En los países latinoamericanos, esto tiene que ver con estereotipos de la cultura y el género. Lo mismo sucede en todo el mundo, con la posible excepción de China. Necesitamos asegurar que las mujeres tengan un buen acceso a opor- tunidades de estudios STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemática) desde una temprana edad. Y tenemos que abordar un cambio en nuestras propias normas culturales.
Las mujeres están sobrerrepresentadas en el trabajo informal, particularmente en los países en desarrollo y en los trabajos part-time. Esto último podría no ser un problema si fuese por elección, como sucede en Holanda, donde el 80% de las mujeres trabaja menos de 35 horas a la semana. Tiene más que ver con la dificultad de combinar trabajo y cuidado familiar, ya que en sus años más productivos, económicamente hablando, ellas se ven muchas veces acorraladas entre la crianza de sus hijos y el cuidado de sus padres.
La sociedad necesita una mayor inversión en mecanismos que den soporte a estas mujeres, como podrían ser centros de cuidado que sean realmente accesibles y que tengan un horario flexible.
Otra inversión clave de los gobiernos y entes reguladores en el mercado laboral que podría promover el trabajo femenino es crear más oportunidades formales de trabajo para las mujeres. Estas oportunidades no necesariamente significan trabajos “estándar” full-time, pero sí una mayor variedad de formas de trabajo que estén bien reguladas. Una mayor diversidad de formatos de contratación permite a las compañías responder a los cambios del mercado y crear nuevos empleos.
La pluralidad de formas de trabajo es muchas veces un puente efectivo para ingresar a la economía formal. En el futuro del trabajo, las personas tendrán carreras profesionales menos lineales. Eso significa que no solo vamos a tener nuevos empleos y profesiones, sino también más diversidad de tipos y formatos de contratos y empleadores.
Sería útil un inventario de las mejores prácticas que den cuenta de las circunstancias y los factores que promuevan la participación de las mujeres en el mercado laboral.
Necesitamos asegurar que las mujeres tengan oportunidades en estudios STEM
*Directora del Grupo de Asuntos Públicos de Randstad Holding. Co-Chair Task Force de Empleo y Educación del B20 Argentina.