La moral no es tema tributario
El autor sostiene que, mientras los fondos sean legales y declarados, no existe ningún problema en tener ahorros en otros países. Para él, existen múltiples sustentos legales para poder hacerlo.
Muchas de las discusiones sobre cuestiones impositivas desaparecerían si la gente entendiera que no hay (ni debe haber) vinculación alguna entre impuestos y moral.
El origen de los impuestos no debe buscarse en un mandato ético o religioso sino en la simple necesidad de los Estados de financiar los servicios básicos que deben prestar y su infraestructura.
Tenemos que empezar a pensar al Estado como un gran consorcio en el cual todos somos copropietarios. Se recauda para pagar gastos. Punto. Moral y dinero. Tampoco debería haber una relación entre moralidad y dinero.
Quien tiene dinero, no por ello tiene menos ética que quien no lo posee.
Viene a mi mente una de las frases mas recordadas de entre las que se atribuyen a Confucio.
Para quienes no lo conocen, Confucio fue un filósofo chino, fue el creador del confucianismo y una de las figuras más influyentes de la historia de ese país y posiblemente del mundo.
Entre otras muchas frases de su presunta autoría, la siguiente me llamó siempre la atención: “En un país bien gobernado, la pobreza es algo que avergüenza. En un país mal gobernado, la riqueza es algo que avergüenza”.
Tener dinero en Argentina genera –además de riesgos– vergüenza.
En países más desarrollados y con mayor movilidad social, quienes están circunstancialmente abajo en la estructura social creen que algún día pueden estar en el otro extremo. Ese optimismo, justificado o no, hace que admiren en lugar de criticar a quienes más tienen. Y por ello quienes poseen más dinero no hacen esfuerzos para ocultar su riqueza (más allá de que obviamente van a estructurar su patrimonio de manera de lograr una mayor protección y pagar menos impuestos, o hacerlo más tarde).
Desde el punto de vista de la planificación patrimonial, esto implica que mientras en los países desarrollados los objetivos principales de los clientes tienen que ver con la sucesión o con cuestiones impositivas, en América Latina el objetivo principal es resguardar la privacidad y evitar las consecuencias de la falta de seguridad jurídica.
Pero volvamos al tema impuestos. Impuestos y legalidad. Por el contrario, sí hay una relación entre impuestos y legalidad.
Por más que a mí me guste (y piense que sea mucho mejor para cualquier país) que el sistema tributario sea sencillo y que los impuestos sean bajos, si la ley me obliga a pagar un impuesto, debo hacerlo.
No soy partidario de una rebelión fiscal que muchos de mis amigos liberales y libertarios sí promueven, aunque la entiendo y respeto esa postura.
En mi humilde modo de ver, la ley está para ser cumplida y ya tenemos bastantes problemas en Argentina en materia de seguridad jurídica como para olvidar esto.
Sí voy a seguir militando para que Argentina se transforme, algún día, en un país con impuestos razonables. Acerca del derecho de todo residente fiscal argentino de conservar sus ahorros fuera del país. Más allá del ruido que el tema pueda hacer a algunos, más que nada por envidia y/o prejuicios, no hay ley alguna que obligue a un funcionario público (a nadie en realidad) a tener sus ahorros depositados en entidades financieras locales.