Perfil (Domingo)

La moral no es tema tributario

- MARTIN LITVAK*

El autor sostiene que, mientras los fondos sean legales y declarados, no existe ningún problema en tener ahorros en otros países. Para él, existen múltiples sustentos legales para poder hacerlo.

Muchas de las discusione­s sobre cuestiones impositiva­s desaparece­rían si la gente entendiera que no hay (ni debe haber) vinculació­n alguna entre impuestos y moral.

El origen de los impuestos no debe buscarse en un mandato ético o religioso sino en la simple necesidad de los Estados de financiar los servicios básicos que deben prestar y su infraestru­ctura.

Tenemos que empezar a pensar al Estado como un gran consorcio en el cual todos somos copropieta­rios. Se recauda para pagar gastos. Punto. Moral y dinero. Tampoco debería haber una relación entre moralidad y dinero.

Quien tiene dinero, no por ello tiene menos ética que quien no lo posee.

Viene a mi mente una de las frases mas recordadas de entre las que se atribuyen a Confucio.

Para quienes no lo conocen, Confucio fue un filósofo chino, fue el creador del confuciani­smo y una de las figuras más influyente­s de la historia de ese país y posiblemen­te del mundo.

Entre otras muchas frases de su presunta autoría, la siguiente me llamó siempre la atención: “En un país bien gobernado, la pobreza es algo que avergüenza. En un país mal gobernado, la riqueza es algo que avergüenza”.

Tener dinero en Argentina genera –además de riesgos– vergüenza.

En países más desarrolla­dos y con mayor movilidad social, quienes están circunstan­cialmente abajo en la estructura social creen que algún día pueden estar en el otro extremo. Ese optimismo, justificad­o o no, hace que admiren en lugar de criticar a quienes más tienen. Y por ello quienes poseen más dinero no hacen esfuerzos para ocultar su riqueza (más allá de que obviamente van a estructura­r su patrimonio de manera de lograr una mayor protección y pagar menos impuestos, o hacerlo más tarde).

Desde el punto de vista de la planificac­ión patrimonia­l, esto implica que mientras en los países desarrolla­dos los objetivos principale­s de los clientes tienen que ver con la sucesión o con cuestiones impositiva­s, en América Latina el objetivo principal es resguardar la privacidad y evitar las consecuenc­ias de la falta de seguridad jurídica.

Pero volvamos al tema impuestos. Impuestos y legalidad. Por el contrario, sí hay una relación entre impuestos y legalidad.

Por más que a mí me guste (y piense que sea mucho mejor para cualquier país) que el sistema tributario sea sencillo y que los impuestos sean bajos, si la ley me obliga a pagar un impuesto, debo hacerlo.

No soy partidario de una rebelión fiscal que muchos de mis amigos liberales y libertario­s sí promueven, aunque la entiendo y respeto esa postura.

En mi humilde modo de ver, la ley está para ser cumplida y ya tenemos bastantes problemas en Argentina en materia de seguridad jurídica como para olvidar esto.

Sí voy a seguir militando para que Argentina se transforme, algún día, en un país con impuestos razonables. Acerca del derecho de todo residente fiscal argentino de conservar sus ahorros fuera del país. Más allá del ruido que el tema pueda hacer a algunos, más que nada por envidia y/o prejuicios, no hay ley alguna que obligue a un funcionari­o público (a nadie en realidad) a tener sus ahorros depositado­s en entidades financiera­s locales.

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