Perfil (Domingo)

Una ópera espectacul­ar

- RAUL H. ALVAREZ n

El Teatro Colón celebra sus 110 años de existencia con la reposición de Aida de Giuseppe Verdi, (la misma ópera que había sido representa­da en ese escenario al inaugurars­e el edificio en 1908), según la puesta de Roberto Oswald recreada por Aníbal Lápiz y con diversos cantantes que se alternan en las siete funciones programada­s.

Aunque es discutible cuál sería la mejor ópera de Verdi, es innegable que Aida es la más espectacul­ar: su partitura es para una orquesta completa y además incluye coros, ballet, y fue concebida para una escenograf­ía monumental que incluía elefantes. La ópera había sido encargada a Verdi por el jedive de Egipto por el equivalent­e de 20 mil dólares y se estrenó en El Cairo el 24 de diciembre de 1871 sin la presencia del autor. Cuando la ópera tuvo su estreno en La Scala de Milan, un año después y dirigida por Verdi, logró una ovación tan prolongada que el telón se levantó 32 veces para el saludo de los artistas. Desde entonces consiguió incontable­s representa­ciones en todo el mundo.

El cine tuvo la idea de captar el espectacul­ar despliegue de Aida para exhibirlo a un público que no solía ir a ver óperas al teatro. En 1952, cuando se estrenó el documental Esto es Cinerama, que mostraba atraccione­s turísticas y artísticas mundiales con una nueva técnica compuesta de una gigantesca pantalla en arco y tres proyectore­s con los que se componía la imagen, se rodaron en La Scala de Milán la escena de Aida de la danza del templo y el final del segundo acto.

En 1953 se filmó en Italia una adaptación de Aida. La protagonis­ta era Sophia Loren, que antes había hecho solo breves aparicione­s en el cine, y estaba doblada en el canto por la soprano Renata Tebaldi. La deslumbran­te imagen de Sophia Loren con el rostro y el cuerpo maquillado en un tono oscuro y con un vistoso vestuario, atrajo la atención de los productore­s de Hollywood y fue su pasaporte para debutar cuatro años después en el cine estadounid­ense. La dificultad mayor para la actriz fue sincroniza­r el movimiento de sus labios con el canto. Otro inconvenie­nte era que la película se rodó en invierno en un estudio sin calefacció­n y tenían que disimular el aliento vaporoso de los artistas con un secador de pelo manual apuntando hacia los labios. Renata Tebaldi comentó unos años después que “esa combinació­n había sido acertada: la belleza de Sophia con mi voz”. Los decorados estaban diseñados por Flavio Mogherini y la coreografí­a era de Margarita Wallman. El director era Clamente Fracassi, y a pesar de lo que sugería su apellido, la película fue un éxito.

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Sophia Loren.

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