Pese a algunos gestos, el vínculo con la iglesia pasa por su peor momento
El mal momento del Gobierno tiene una sección especial: su relación con el Iglesia. Si bien el macrismo intentó una serie de gestos para congraciarse con el papa Francisco, el vínculo pasa por una de sus etapas más frías. La posibilidad de que se legalice el derecho al aborto, con aval de Mauricio Macri y voto positivo de algunos diputados PRO, le metió fricción al trato. En paralelo, la zaga de devaluación, tarifazos y paritarias a la baja sumó preocupación en la rama social de la Iglesia. Desde la Universidad Católica anticiparon un crecimiento de la pobreza. Y Cáritas, que entre ayer y hoy realizó su colecta anual, hizo explícitas sus críticas.
“Salvo con María Eugenia Vidal y Carolina Stanley, el diálogo se volvió muy áspero”, resume un vocero eclesiástico. El propio Francisco había destacado, hace dos años, la “sensibilidad social” de la gobernadora bonaerense y de la ministra de Desarrollo. Precisamente las dos dirigentes macristas fueran las embajadoras más recientes del oficialismo en el Vaticano. Con un detalle calculado por el macrismo: ambas se oponen de forma intransigente a la legalización del aborto.
Esa afinidad específica, sin embargo, no alcanza para entibiar el feeling entre Iglesia y oficialismo. Tanto a nivel vaticano como local. La agenda además, se tensó por el deterioro del panorama social. “Todas las evidencias muestran que estaría aumentado la pobreza de forma no explosiva, pero sí importante”, afirmó días atrás el director del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, Agustín Salvia.
Rector de la UCA hasta hace dos meses, Víctor Fernández fue elegido por el Papa como nuevo arzobispo de La Plata. “Tucho” Fernández es amigo y uno de los representantes informales de Francisco. Reemplazó al ultraconservador Héctor Aguer, histórico adversario interno de Jorge Bergoglio, quien llegó a los 75 años y se jubiló. Si bien podría haberle rechazado la renuncia, el Papa se la aceptó sin dudar. Otra prueba del interés con el que Francisco mira hacia el país.
El actual presidente de Cáritas es el obispo de Quilmes, Carlos Tissera. “Hay personas pobres que nos interpelan y crece el número”, afirmó antes de que arranque la colecta anual. Tissera es otro obispo de perfil territorial y francisquista. La de Quilmes es una arquidiócesis más bien pobre, en la que se destacan los curas de la opción por los pobres.
Desde el Ministerio de Desarrollo Social, el de mayor interlocución con las segundas y terceras líneas de la Iglesia, admiten que el vínculo está en uno de sus momentos más bajos. “Percibimos preocupación, pero no dramatismo. Con nosotros la relación es buena, pero el ego y la torpeza de algunos funcionarios complicó todo un poco”, se lamenta un funcionario.
“Percibimos preocupación pero no dramatismo”, sostienen desde Desarrollo Social
La colecta anual que organiza la Iglesia se está realizando desde ayer y termina hoy.