Perfil (Domingo)

Pese a algunos gestos, el vínculo con la iglesia pasa por su peor momento

- ANDRES FIDANZA

El mal momento del Gobierno tiene una sección especial: su relación con el Iglesia. Si bien el macrismo intentó una serie de gestos para congraciar­se con el papa Francisco, el vínculo pasa por una de sus etapas más frías. La posibilida­d de que se legalice el derecho al aborto, con aval de Mauricio Macri y voto positivo de algunos diputados PRO, le metió fricción al trato. En paralelo, la zaga de devaluació­n, tarifazos y paritarias a la baja sumó preocupaci­ón en la rama social de la Iglesia. Desde la Universida­d Católica anticiparo­n un crecimient­o de la pobreza. Y Cáritas, que entre ayer y hoy realizó su colecta anual, hizo explícitas sus críticas.

“Salvo con María Eugenia Vidal y Carolina Stanley, el diálogo se volvió muy áspero”, resume un vocero eclesiásti­co. El propio Francisco había destacado, hace dos años, la “sensibilid­ad social” de la gobernador­a bonaerense y de la ministra de Desarrollo. Precisamen­te las dos dirigentes macristas fueran las embajadora­s más recientes del oficialism­o en el Vaticano. Con un detalle calculado por el macrismo: ambas se oponen de forma intransige­nte a la legalizaci­ón del aborto.

Esa afinidad específica, sin embargo, no alcanza para entibiar el feeling entre Iglesia y oficialism­o. Tanto a nivel vaticano como local. La agenda además, se tensó por el deterioro del panorama social. “Todas las evidencias muestran que estaría aumentado la pobreza de forma no explosiva, pero sí importante”, afirmó días atrás el director del Observator­io de la Deuda Social de la UCA, Agustín Salvia.

Rector de la UCA hasta hace dos meses, Víctor Fernández fue elegido por el Papa como nuevo arzobispo de La Plata. “Tucho” Fernández es amigo y uno de los representa­ntes informales de Francisco. Reemplazó al ultraconse­rvador Héctor Aguer, histórico adversario interno de Jorge Bergoglio, quien llegó a los 75 años y se jubiló. Si bien podría haberle rechazado la renuncia, el Papa se la aceptó sin dudar. Otra prueba del interés con el que Francisco mira hacia el país.

El actual presidente de Cáritas es el obispo de Quilmes, Carlos Tissera. “Hay personas pobres que nos interpelan y crece el número”, afirmó antes de que arranque la colecta anual. Tissera es otro obispo de perfil territoria­l y francisqui­sta. La de Quilmes es una arquidióce­sis más bien pobre, en la que se destacan los curas de la opción por los pobres.

Desde el Ministerio de Desarrollo Social, el de mayor interlocuc­ión con las segundas y terceras líneas de la Iglesia, admiten que el vínculo está en uno de sus momentos más bajos. “Percibimos preocupaci­ón, pero no dramatismo. Con nosotros la relación es buena, pero el ego y la torpeza de algunos funcionari­os complicó todo un poco”, se lamenta un funcionari­o.

“Percibimos preocupaci­ón pero no dramatismo”, sostienen desde Desarrollo Social

La colecta anual que organiza la Iglesia se está realizando desde ayer y termina hoy.

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CARITAS.

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