Perfil (Domingo)

Mujeres que hacen historia

- LUIS COSTA*

Pocas veces la historia es tan brutalment­e obvia como estos días en torno a la cuestión del aborto. La sociedad es un cuerpo que se actualiza modificánd­ose sin que lo notemos, y aunque seamos los instrument­os de su cambio, somos ciegos a su transición. Vivimos la vida cotidiana como un proceso en el que los desafíos de la evolución son del individuo, en un marco social medianamen­te estático que alguien con inteligenc­ia podría dominar, algo expuesto en los especialis­tas de autoayuda.

Sin embargo, hay tiempos en que la presión social se desploma sobre la vivencia diaria y las mujeres y hombres no están acostumbra­dos a esa experienci­a de transición. El aborto está siendo hoy, y a toda velocidad, la evidencia de un tiempo que ya dejó de serlo.

La actividad en el Congreso tiene mucho de rutina y de adaptación a lógicas que lo sobrepasan, en particular las de gobierno y oposición. Se votan o negocian leyes de acuerdo a lo que ese conflicto demande. Los liberales de fines del siglo XIX y principios del siglo XX estaban horrorizad­os con la lógica del nuevo radicalism­o en el poder, que en vez de utilizar el recinto legislativ­o para discutir posiciones votaba en bloque desatendie­ndo las individual­idades de sus integrante­s, precisamen­te por necesidad del Ejecutivo al que ese bloque respondía. La tradición política sabría qué hacer con cada situación conflictiv­a acomodándo­la a su demanda del presente. Pero sabe qué hacer con todo, menos con el feminismo y su asombroso y maravillos­o avance. Muchos parecen sobrepasad­os.

El modo en que la disputa en torno al aborto se despliega en la mayoría del Congreso es quebrando la lógica de gobierno y oposición y trazando una nueva distinción que reagrupa a todos los partidos de una manera extraordin­aria. Daniel Lipovetzky, a quien se puede encontrar defendiend­o las medidas económicas del Gobierno, lidera la bancada de Cambiemos que apoya el proyecto despenaliz­ador y aparece en fotos con Victoria Donda con pañuelos verdes. La Cámara de Diputados se convierte en una topografía extraña para su funcionami­ento.

La presión que producen en el último tiempo las mujeres socava realmente el formato ordinario del mundo de la vida cotidiana. Su insistenci­a, su aumento en intensidad y volumen y su estandarte en color verde para señalar la dominación masculina están produciend­o un cuestionam­iento con capacidad de resignific­ación a una velocidad imparable, permitiend­o que todos tomemos conciencia de un caso en el que podemos ser testigos de cómo la sociedad puede cambiar y notarlo al mismo tiempo. Su látigo simbólico atraviesa a la política porque no cuestiona a un gobierno, sino a la lógica de dominación del hombre frente a la mujer y a su disposició­n antigua de decidir sobre su cuerpo a través del Estado. Para muchos legislador­es, esto es demasiado.

Algunos partidos han brindado a esta disputa un tono del siglo anterior, como la UCR porteña decidiendo en un plenario apoyar el proyecto y el Partido Socialista de Santa Fe asumiendo su postura histórica e incluso denunciand­o el “individual­ismo” de Luis Contigiani. Para el resto del recinto, todo es individual­idad pura, hombres y mujeres decidiendo de acuerdo a lo que les parece y así, de repente, nadie más pertenecer­ía a un colectivo político por el cual fue votado. Solo Macri, y su experienci­a política sin tradición, podía permitir su tratamient­o.

La sociedad actualiza sus estados con pequeñas modificaci­ones, es decir que en el proceso de seguir en un devenir “como siempre”, hay algo que ya viaja hacia una nueva dirección. Las sociedades solo aumentan su complejida­d interna, nunca la disminuyen, y en ese proceso de cambio, y evolución impercepti­ble, nunca retroceden a un formato anterior (viejo anhelo conservado­r de la Iglesia). En toda esta cuestión están hoy los que asumen el nuevo formato que la sociedad expone versus los que se ilusionan con detener su novedad. Lo que parece un juego de conciencia­s es en realidad un nuevo esquema social de distincion­es “a favor o en contra”, el problema para los “en contra” es que su tiempo es el del pasado y para los otros, el del futuro. En estos últimos fluye la sociedad, en los otros su ilusión de detenimien­to.

Toda la historia en nuestros ojos a través de las mujeres, y es impresiona­nte poder verlo.

El problema para los de “en contra” es que su tiempo es pasado y para los otros, futuro

*Sociólogo.

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